¡300 km/h, en plenos años cincuenta!

Creado: Dom, 05/06/2016 - 09:59
Créditos
Jorge Esténger Wong
¡300 km/h, en plenos años cincuenta!

Automóvil y velocidad están asociados por naturaleza. A la salida de la Segunda Guerra Mundial, la aeronáutica aportó conceptos y tecnología que revolucionaron toda la sociedad, y la industria automotriz no fue la excepción. A ambos lados del Atlántico se incorporan por doquier elementos de la aeronáutica, aunque solo fuera como elementos ornamentales. El empleo de la flamante tecnología de los motores a reacción fue una de las apuestas más espectaculares, llegando a concretarse varios vehículos, sobre todo prototipos.

Renault se lanzó en un proyecto para desarrollar un superbólido a reacción, gracias al espíritu de Joseph Szydlowky, quien era un especialista –y ferviente defensor– en turbinas. Su fábrica, Turboméca, las producía y hasta equipaba los helicópteros Alouette. Así, logró convencer a la Renault de la factibilidad de usar sus reactores en autos. La marca francesa se interesa y pone manos a la obra con un equipo dirigido por Fernand Picard, director de estudios, Albert Lory motorista externo y Jean Hébert ingeniero y piloto.

El resultado sería L´Etoile Filante -La Estrella Fugaz- de Renault, una verdadera centella que haría trizas el Record Mundial de Velocidad. En torno a la turbina de Szydlowky se construye un auto poco común. Empleando el concepto de estructura tubular, al mejor estilo de Porsche, los franceses la revisten de poliéster, ultraligero y novedoso para la época, y se entregan a la física, aplicando una aerodinámica de avanzada. El vehículo es largo, bajo y estable. El viento debe fluir por sus líneas, evitando turbulencias y asegurando el agarre. Son casi cinco metros de longitud, con una turbina que gira hasta 28 000 rpm.

Se construyen dos unidades y se prueban entre 1954 y 1956, en túneles de viento. Es tiempo de ir en serio. Se escoge un lugar de condiciones apropiadas y mediático: el lago salado de Bonneville, en los Estados Unidos. La larga planicie salada es apropiada y Renault ha comenzado a vender el Delfine en América. El 5 de septiembre de 1956 se estremece la armazón del bólido francés. El piloto Jean Herbert se lanza intrépido a una cita con la historia y registra la pasmosa velocidad de ¡308.85 km/h, nuevo Record Mundial!

Luego se encuentran referencias de haber logrado velocidades próximas a los 330 km/h, pero esa ya sería otra historia.

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Jorge Esténger Wong