Autos de Bolsillo: una colección que no cabe entre las manos

Creado: Dom, 23/04/2017 - 19:57
Créditos
Marylin Luis Grillo, fotos de la autora
Autos de Bolsillo: una colección que no cabe entre las manos

Cientos de mini-carros forman la selección de Juan Infante, quien es de los pocos coleccionistas cubanos de modelos de coches a escala. Hay autos de la antigua Unión Soviética y de Estados Unidos, europeos y japoneses. Autos Clásicos y modernos.

Unos 140 automóviles tiene Juan Infante. Su favorito siempre ha sido el Cadillac El Dorado Biarritz del ’59 aunque, curiosamente, él inicio su hobby cuando estudiaba Ingeniería Mecánica en la antigua Unión Soviética, un país donde, en la época, no había mucha afición por los carros «americanos». 

Desde esos años de estudio en Europa, el ahora profesor del Instituto Superior de Diseño (ISDi) se entrega a la pasión de coleccionar modelos de carros en escala.

Por sus manos han pasado autos emblemáticos, piezas del diseño, íconos de épocas. Para Infante, la escala preferida es 1:18, esa es la que ocupa su colección principal; no obstante, su «auto estrella», como refiere al decir del Cadillac, es un poco más grande (1:12). «Así fue como lo pude conseguir, porque era un modelo que realmente deseaba», explica.

Por suerte, no tiene problemas con el parqueo: en otras dimensiones también tiene un Volga GAZ M-21 del 1970 en tamaño 1:24 y varios carros rusos en 1:43, como son el primer Volga que se comercializó (el GAZ 21 P-M), el modelo jeep GAZ 69, el GAZ A, previo a la Segunda Guerra Mundial, y un Chaika. Además de una segunda compilación de coches europeos en 1:86
y 1:145, divididos por los modelos emblemáticos de cada país.

«Inicié mi colección cuando estaba en la Unión Soviética, porque había posibilidades de adquirirlos, aunque en una escala diferente a esta; era en 1:43, una bastante pequeña, pero con gran calidad y nivel de detalle. Eso hace más de 30 años, en el 1981».

 

Llegar a la cifra de 140 no ha sido fácil. Para conseguirlo, Infante ha intercambiado, se los ha solicitado a amigos que viajan o viven en el exterior, los compra en algunas tiendas cubanas cada vez que puede e incluso los recibe como pago por trabajos. «En vez de cobrar dinero, los cobro en carros, las mismas personas te lo proponen; después de saber que los coleccionas, te los ofrecen».

Sus variados automóviles están divididos en dos grupos de más de 60 autos: los de marcas americanas y los no americanos, entre los que se encuentran europeos y algunos asiáticos, por ejemplo, Mitsubishi Montero, Honda NCX, Datsun 240 Z, entre otros.

¿Los más difíciles de conseguir? Los Chevrolet Impala, que ahora está coleccionando, «sobretodo el modelo del ‘59, que es uno de los que más admiro, luego del Cadillac, por su forma y su diseño».

Resaltan en su muestra varios Mercedes Benz que fueron empleados por jefes de Estado y artistas, autos ensamblados y hechos a mano, el carro de Michael Jackson y el famoso Cadillac rosado del Elvis Presley, un Ford de los años ‘30 y un Studebaker Champion de 1950, diseñado por Raymond Loewy, un ícono del diseño industrial y del starliner.

Por dentro, los modelos tienen todo lo que lleva un coche auténtico, solo que mucho más pequeño, en algunos es posible ver incluso el movimiento del motor y de la transmisión. Sin embargo, se debe tener gran cuidado: no pueden recibir mucho sol ni estar expuestos a la humedad, el polvo o el salitre, porque pierden el brillo y se corroen.

Afortunadamente, Infante estudió diseño de autos como parte de su Ingeniería, es pintor, fue profesor de Maqueta en el ISDi y ahora imparte Tecnología de los Plásticos, todo ello lo ayuda a reparar piezas deterioradas y «darle mantenimiento» a sus carros.

«Muchas veces he tenido que hacer retrovisores y otras piezas nuevas que se han roto en alguna exposición o muestra», explica el profesor, quien no se guarda para sí sus maravillas en miniatura: «los tengo en casa casi para adorarlos, pero también me gusta socializarlos, porque uno ve que las personas disfrutan con ellos».

 

En una proporción contraria, cada día siente su afición más grande, solo lamenta no tener un espacio seguro para tenerlos en exposición permanente, no obstante adora jugar con las imágenes y tomar fotografías en las que, por momentos, su inmensa colección pierde la escala y parecen –de hecho- autos de verdad. 

Créditos
Marylin Luis Grillo, fotos de la autora