Tan pronto como el año 2018 ha adelantado el grupo francés PSA Peugeot-Citroën que lanzará sus primeros vehículos equipados con algunas funciones de conducción automática para potenciar un tráfico más eficiente y reducir los atascos.
O al menos así lo confirmó esta última semana el presidente del consorcio galo, Carlos Tavares, al anunciar que su compañía tiene el objetivo de ser un ”actor relevante“ en los servicios conectados, tras haber sido pionero en la introducción de la llamada de emergencia que, en diez años, ha gestionado 13 000 llamadas a los servicios de rescate en Francia.
En la misma cuerda, el directivo insistió ante dos comisiones de la Asamblea Nacional francesa (Cámara baja), que Peugeot-Citroën seguirá destinando inversiones para el desarrollo de las tecnologías ”limpias y sostenibles“, como la de los híbridos enchufables y también los coches eléctricos, que han permitido a PSA convertirse en el ”líder europeo“ en materia de reducción de emisiones de CO2, con una media de 110.3 g/km para sus vehículos.
Y también hizo hincapié en lo imprescindible de llevar adelante una renovación del parque automovilístico para cumplir la normativa de 95 g/km fijada por la Unión Europea para el año 2020, al resaltar como un coche fabricado antes de 1996 emite tantas partículas como 600 vehículos diesel ensamblados a partir de 2010 con las normas Euro 5/6.
Finalmente, subrayó que las bases para la recuperación económica del grupo han sido el apoyo de sus tres marcas, ”diferentes, pero complementarias“, una estrategia de productos ”con objetivos claros y específicos“ y una ”presencia en regiones que aseguren un crecimiento mundial rentable“.
Tras varios años de pérdidas económicas, Tavares, antigua mano derecha de Carlos Ghosn en Renault, ha conseguido encauzar al grupo PSA por el buen camino con su plan Back in the Race y ha puesto fin a sus números rojos, con un beneficio operativo de 63 millones de euros en 2014 para la empresa, que por fin vuelve a estar dentro del CAC-40 (el Ibex 35 francés) después de más de dos años y medio de ausencia y ha reflotado el valor de sus acciones de 11.30 a 16 euros desde la llegada de su nuevo CEO.