La versión RS empuja los límites del Focus al extremo, gracias a una potencia desbocada. Con una carrocería de cinco puertas y tracción total, la aparente oveja de Ford se transforma en todo un lobo, capaz de tragarse los kilómetros a ritmo de vértigo.
Ford reemplaza el Focus RS con esta nueva versión que será la más potenciada de la gama. Se trata de un deportivo extraordinario, con cualidades que lo harán efectivo, incluso en un circuito.
Con un rugoso motor turboalimentado, de gasolina y con un empuje de hasta 350 CV de potencia máxima, se nota que se va a los mandos de un coche especial. El ruido del motor proviene, en su mayor parte, del sistema de admisión.
Es un ruido grave, como el que producen algunos motores de gran cilindrada y no tiene nada que ver con el sonido agudo y estridente de un motor generalista, de giro rápido. Una delicia.
Sin embargo, el mérito de Ford es aún mayor al tramitar toda esta aspereza en una sorprendente comodidad de marcha, con poco ruido y vibraciones en el interior, algo inusual en un auto con un carácter deportivo tan marcado.
La suspensión es dura -muy dura en los programas de conducción deportivos- pero está excelentemente puesta a punto para que no traslade golpes secos a los ocupantes y el cambio sigue siendo manual de seis relaciones. Otro punto a favor es la dirección, muy superior ahora.
El auto va exactamente por donde se apunta con el volante y no es fácil que se aparte de la trayectoria, ni en fuerte aceleración, ni en fuerte frenada en curva o cambio de apoyo. Es el primer Ford Focus RS que no pone evidencia a un conductor malo.
Y para probar todo lo anterior están los performances: el Ford Focus RS acelera de 0 a 100 km/h en 4.7 s, con una velocidad máxima de 266 km/h, que es superior a la de muchos de sus rivales, que la tienen limitada a 250 km/h.