No hay nadie en Argentina que no sepa qué es un Torino. Tal vez no lo reconozcan a simple vista, pero todos saben que se trata de un auto histórico. El auto IKA Torino nació en 1967 a partir de una contingencia: la matriz de Industrias Kaiser Argentina -filial local de la estadounidense Kaiser Motors Corp.- había decidido dejar de producir autos. Con el padrinazgo y la ayuda de Juan Manuel Fangio, los directivos de la IKA -asociados con Renault y American Motors Company- decidieron crear un modelo de auto que fuera concebido y construido desde Argentina.
El padrinazgo de Fangio y el éxito rotundo conquistado en las primeras carreras hicieron que el Torino llamara mucho la atención. Sin embargo, esto no alcanzaba aún para ganar el corazón de los aficionados. No era fácil ingresar a un mundo donde Ford y Chevrolet eran casi como dos religiones.
Por ello, fue el mismo Juan Manuel Fangio quien propuso -en 1969- emprender una verdadera hazaña: correr la particular y extenuante carrera de las 84 horas de Nürburgring, en Alemania. El objetivo fue claro: tener un buen desempeño para llamar la atención y conseguir vender el modelo tanto dentro del país como en el exterior. Para ello se armó rápidamente un equipo de diez pilotos de primera línea, más de veinte mecánicos comandados por el joven y talentoso Oreste Berta y otro puñado de preparadores que trabajaban para distintas firmas.
El equipo preparó y viajó con tres ejemplares de Torino 380w (la versión de competición) reforzados para resistir el desafío: dar vueltas durante 84 horas seguidas en un camino de 22 kilómetros, con grandes dificultades y un libro de reglas inflexible, duro y hasta caprichoso. Las condiciones eran muchas: no se podía demorar más de 24 minutos por vuelta, no se podía detener el motor, no podían intervenir los mecánicos en el arreglo de los desperfectos -quedaban a cargo de los pilotos- e incluso, el caño de escape no podía emitir demasiado ruido. Los competidores eran las joyas de las firmas internacionales del momento, como el Capri 7 de Ford, el Porsche Nº 11, entre otros ejemplares de Lancia, Mazda y Alfa Romeo. Sin dudas, no era un desafío fácil de asumir.
A pocas horas de la partida el equipo de Torino estaba a la cabeza de la carrera. Y pasando las horas, seguía ganando en velocidad y en cantidad de vueltas. De los tres Torino que competían, dos sufrieron desperfectos técnicos y tuvieron que retirarse. Pero uno de ellos se mantuvo durante 56 horas en la punta. Nadie lo podía creer: el Torino llegó hasta el final y fue el auto que más vueltas dio, totalizando 334. Algunos problemas con el volumen del caño de escape, que falló en la última etapa, provocaron penalizaciones que descontaron varias de las vueltas dadas y dejaron al equipo Torino en cuarto lugar. El ganador fue un Lancia HF que totalizó 332 vueltas.
Lógicamente en Europa este nuevo auto que había venido de tan lejos y compitió con tanta fuerza no causó mucho más que una grata sorpresa. Pero en Argentina, cuando volvieron los coches, pilotos, mecánicos, preparadores y -por supuesto- Juan Manuel Fangio, fueron recibidos por los aficionados como verdaderos héroes. La transmisión en radio había sido seguida por todos con fervor e incredulidad ante el heroico desempeño del ”Toro de las pampas“. Miles de personas los esperaron en el aeropuerto y los escoltaron durante varios kilómetros hasta la ciudad. Había nacido ya un verdadero mito del automovilismo local, que poco tardó en ocupar las calles de todo el país y el corazón de miles de argentinos. Que aunque el Torino dejó de producirse en 1983, aún hoy lo defienden como el indiscutible símbolo de la argentinidad sobre ruedas. Y es que como dicen muchos cuando lo recuerdan: ”pueden pasar los años, pero el Torino nunca morirá“.
*Por Costanza Martín de Compara En Casa - Seguros de Auto