La Salle 1927, un automóvil extraordinario

Creado: Dom, 11/12/2016 - 20:53
Créditos
Jorge Esténger Wong
La Salle 1927, un automóvil extraordinario

Fue creado como un mero relleno, para recoger las migajas de un sector no cubierto del mercado. Sin embargo, lo que parecía un simple ejercicio de mercado se convirtió en un revulsivo que hizo peligrar a los pezonovantes de GMC. Este es el La Salle, un excelente auto que fue sacrificado.

A mediados de los años veinte, del siglo pasado, Alfred P. Sloan, CEO de General Motors, se percató de las brechas del mercado en las que la compañía no tenía presencia. Propuso una estrategia consistente en crear una serie de marcas, adjuntas a las ya existentes, para lograr penetrar esos nichos. Esta fue la génesis de La Salle, concebida para cubrir el espacio entre Buick y Cadillac, y supeditada a esta última.

Al ser hermanada a Cadillac, GMC busca una analogía para nombrar a la nueva marca, y escogen –siguiendo el ejemplo de Cadillac- el nombre de otro explorador francés: René-Rovert Cavalier, Sieur de La Salle. Una vez definido esto, se encargó del proyecto a Harley Earl, con treinta de años de carrera dentro de GMC.
 
Desde el comienzo, Earl aportó conceptos novedosos en la filosofía del nuevo vehículo. Su punto de partida fue, no construir un ”Cadilita“, sino algo más ágil y de mejor estilo. Su concepción personal estaba influida por los excelentes modelos europeos, particularmente Hispano-Suiza, e incorporó sus principales logros. El resultado final fue un automóvil estupendo.

En efecto, el La Salle 1927 es algo nuevo en estilo, en Norteamérica, hasta ese momento. Además, al estar fabricado con los mismos estándares de calidad de su ”hermana mayor“, Cadillac, su aceptación es meteórica. Por si fuera poco, tenía varios de tipos de carrocería y una amplia combinación de colores, algo poco común entonces. Los rasgos distintivos del diseño, llegaban al detalle del logo de marca LaS enmarcado en un círculo entre los faros delanteros: un lujazo.

La mecánica del portentoso auto estaba liderada por el conocido Ninety Degree V-8, proveniente de Cadillac. Esta planta, colocada en el más pequeño, ligero y aerodinámico La Salle, hacia ”volar“ al auto. Tanto que, en una prueba realizada en Millford, en junio de 1927, registró una velocidad de 153 km/h… ¡asombroso!

Pero llegaban los años treinta y el mundo cambiaría para siempre. La Gran Depresión primero, y la Segunda Guerra Mundial, después, harían desaparecer a varias marcas automotrices. La Salle fue una de ellas, víctima de la misma lógica que la creó. Sus ventas llegaron a colocar en posición muy incomoda a Cadillac y, desde el tope de la cadena alimenticia, el depredador dominante, el voraz mercado, dictaminó su extinción. Pero esa ya sería otra historia.

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Jorge Esténger Wong