No estoy viejo: ¡soy un clásico!

Creado: Dom, 30/09/2012 - 15:34
Créditos
Jorge Esténger Wong
No estoy viejo: ¡soy un clásico!

Anselmo Ramírez es un artista que elabora piezas de cerámica. Su arte lo realiza con la emoción que los creadores suelen encontrar en ese intangible al cual llaman musa. Pero su pasión de años, y al fin realizada, acapara el brillo especial que nos aparece en los ojos, cuando admiramos nuestros más preciados anhelos, se trata de un precioso Chevrolet Impala 1959, y aquí les va su historia.

Excelencias reparó en Anselmo y su Impala hace un par de años, en los eventos de autos clásicos que se realizan en La Habana. Su Chevrolet llamó nuestra atención por su buen estado general, pero cuando advertimos bajo su capot un logo de nuestra publicación, realizado a mano, artísticamente, la curiosidad nos hizo llegar hasta él. De gesto seguro, firme, Anselmo resultó un conversador simpático y amable.En apenas instantes se puso a nuestra disposición y accedió a varias sesiones de fotos, para ilustrar este trabajo. Aportó, además de su historia personal, datos interesantes de su auto, los cuales atesora en su archivo. 

Llegar a poseer este auto no fue algo sencillo. Por varias décadas Anselmo perteneció a la Seguridad Personal, donde logró grados de capitán. Ya por ese entonces varios amigos le acercaron al mundo de la cerámica y hacía algunas piezas, como afición. Tras su retiro, al cumplir los años de servicio, se dedicó a esta actividad y logró algunos ahorros. Apasionado del motociclismo, tenía una motocicleta Ural soviética con side-car –aún hoy son muy usadas en Cuba– que había comprado años atrás, y veía los automóviles como algo remoto, destinados a otras personas, de mejor economía. Sin embargo, alguien le avisó de un Chevrolet ”muy bonito“ que estaban vendiendo ”en un buen precio“, y decidió que darle una ojeada no haría ningún daño. Se equivocó. 

El impacto ocurrió en cuanto se sentó al timón, cerró la puerta y apoyó el brazo en la ventanilla: ”algo me cambió por dentro“ –nos cuenta– y la compra del Chevy ”bonito“ quedó decidida. Para lograr adquirirlo, vendió la motocicleta y todavía fue preciso que varios amigos le prestaran algo de dinero, para alcanzar la cifra necesaria. Según sus palabras,llenas de criolla jocosidad, ”…me quedé con el carro, pero con las manos en los bolsillos…“. Así fue ”tirando“ varios años, hasta que otra vez buenos amigos le pusieron en la pista del auto que hoy le colma los sueños.Se trataba de un vehículo bastante bien conservado y con poco uso, cuya dueña había fallecido recientemente, y tal vez su hermana accediese a la venta.  Anselmo lo intentó, y así supo que la Dra. María del Pilar Torres Hernández, había sido la única propietaria del soberbio Impala Sport de cuatro puertas que estaba admirando. Logró entenderse con la familia de María del Pilar, la cual, incluso, le entregó el título de propiedad original de la compra, realizada en la Agencia Cadillac, de José Vega Suárez, el 23 de junio de 1959, en Concha 952, Luyanó, La Habana.

Así, desde el año 2006, Anselmo le ha dedicado atentos cuidado a su Impala: reparó su motor y restituyó su vestidura, cuidando mantener la imagen original lo más posible. Orgulloso de su resultado le ha estampado un logo, junto a la luz trasera izquierda, que resulta uno de los mejores que he visto en estos admirables autos: ”No estoy viejo: soy un Clásico“

El Chevrolet Impala 1959

El Impala 1959 es un vehículo hermoso. Sus enormes aletas horizontales traseras han sido, por años, una de mis preferidas.  Le daban al auto un aire señorial y elegante, que rebasaba su sector de mercado.Ese año rebasó su concepción original de coupe y descapotable, para convertirse en toda una línea de Chevrolet.Con el motor V8 de 348 pulgadas y el sistema de suspensión Air Level resultaba una delicia verlo desplazarse.Su carrocería, de parabrisas sobredimensionados y curvos, ofrecía una imagen moderna y lograda, con un habitáculo en extremo espacioso.Sería, además, el único Impala sin las seis luces traseras redondas que Chevrolet convertiría en sello del modelo.

El origen del modelo se remonta a la edición de Motorama de 1956, lo cual reafirma a Chevrolet como una de las marcas que lograron llevar a vías de hecho, y de forma exitosa, las propuestas de esta fábrica de sueños de General Motors.Desde su salida, en 1958, hasta mediados de los sesenta, sería el Chevrolet mejor vendido, por encima del Bel Air y el totalmente nuevo, y muy respaldado publicitariamente, Corvair. Baste decir que en 1965 tuvo un record de ventas de 1 millón de unidades.

Créditos
Jorge Esténger Wong