Packard Custom Eight 640 CC

Creado: Sáb, 13/11/2010 - 23:55
Créditos
Jorge Esténger Wong
Packard Custom Eight 640 CC

De estilo conservador, sin grandes rupturas de estilo con su tiempo, Packard fue una de las marcas pioneras del automovilismo norteamericano. Marcó una importante diferencia gracias a su excelente estilo e imagen. El Custom Eight 640 cc es uno de esas bellas obras que enriquecen la historia del automóvil.

La génesis de este modelo se remonta a la llegada de Alvan Macauley a la presidencia de Packard, luego que su fundador decidiera dejar la compañía y regresar a su terruño.  Macauley dio un impulso decisivo al Twin Six, por el año 1915, un vehículo diseñado por su director técnico Jesse Vincent. Era este un gran automóvil dotado de un motor de doce cilindros, de funcionamiento suave y regular, que se adelantó a los demás autos de lujo americanos de su tiempo y situó a la Packard Motor a la cabeza de este sector, lugar que mantendría prácticamente hasta la Segunda Guerra Mundial. El Twin Six derivó luego durante los años veinte y treinta hacia los Custom Eight y Super Eight, estos con motores de ocho cilindros en línea y, solo más tarde, en 1932, otro V12 de magnífico funcionamiento.

La elegancia de este modelo es superlativa y podemos decir que su imagen irradia un carácter elitista y aristocrático.  El señorial frente con sus faros dobles, un par sobre la defensa y los principales montados ”al aire“  a ambos lados de la careta, imponen una sensación poderosa que cautiva por su simplicidad y belleza.  Los guardabarros frontales corren desde el frente en pos de los traseros, convirtiéndose en estribos laterales, prácticos y estéticamente funcionales, sirviendo, además, de nicho para el neumático de repuesto. Toda una declaración de criterio en el diseño y la funcionalidad.

Como sabemos la producción de Packard siempre fue limitada.  Fue una marca que antepuso calidad a cantidad y por ello siempre sus productos tuvieron un elevado precio.  Hoy esto los hace aún más atractivos a coleccionistas y admiradores y sus cotizaciones superan, por lo general, a todas las marcas norteamericanas, excepto los intocables Duesemberg.

Créditos
Jorge Esténger Wong