Stutz, la secuela: E-X-C-L-U-S-I-V-O

Creado: Dom, 20/02/2011 - 13:38
Créditos
Jorge Esténger Wong
Stutz, la secuela: E-X-C-L-U-S-I-V-O

Los intentos, exitosos o no, de revivir grandes marcas del pasado no son nada nuevo en la industria del automóvil.  Así, en los años setenta existió un intento de ”revival“ de Stutz, el formidable automóvil norteamericano cuya historia inicial conocimos en nuestra columna anterior.

Fue en la ya lejana fecha de agosto de 1968 que el banquero neoyorquino James O´Donnel emprendió el intento de relanzar la marca Stutz. Todo comenzó dos años antes cuando conoció unos bocetos realizados por Virgil Exner –creador de los coupés Hawk de Studebaker de los años cincuenta, y quien parece tener un raro vínculo con las marcas ”Stu…“– para recrear el Duessemberg. O´Donnel, por alguna razón, creó la Stutz Motor Co de América y emprendió la materialización del proyecto.  Llevado a prototipo por el exquisito carrocero Ghia, a un costo estimado de unos 300 000 USD de la época, su debut y presentación se previó para resultar exclusiva y en enero de 1970 en el renombrado Hotel Waldorf-Astoria, en New York, se develó el regio automóvil.  Había nacido el Stutz BlackHawk.

Desde un inició la intención fue crear un auto aristocrático destinado al máximo nivel del mercado.  Con clase, elegancia, buen gusto, carácter y además un toque ”chic“ con aires de modernidad.  Un auto para Manhattan o para las extravagancias de las aquellas grandes estrellas de Hollywood con una dosis de banalidad tan alta como sus cuentas bancarias. En él, Exner dio rienda suelta a todo el ego contenido por sus años de Studebaker y, sencillamente, trazó un auto superlativo.  Con casi seis metros de largo total el vehículo resultaba una prueba a la creatividad, era necesario hacer de esa enorme masa algo artístico y de buen gusto, con criterio, que no resultara ofensivo a la vista.  Luego, era preciso mover con soltura y calidad el distinguido automóvil.

Con una carrocería de acero, hecha a mano en Torino, Italia,el Blackhawk (y en este nombre podría existir otro lazo de Exner y los Hawk creados por él para Studebaker)  el automóvil dependería de agregados General Motors.  Montado sobre un chasis Pontiac casi podría elegirse cualquier motor del entonces rey del automóvil norteamericano.  En la primera generación del modelo, 1971, se cuentan seis motores diferentes, con una preferencia por el Pontiac V8 de 7.5 litros de desplazamiento y 425 CV de potencia con 570 Nm de par motor.  Estaba unido a una transmisión automática, por supuesto, TH400.  Los que imaginen que el Stutz con estas dimensiones era una mole de andar pesado, se equivocan al punto.  Aceleraba de 0 a 100 km/h en apenas 8.4 segundos con una velocidad máxima de 210 km/h.  El consumo de combustible rondaba los 30 l/100 km, aunque este no era un parámetro de interés en un auto de estas características.

Cuando referimos las preferencias sobre los motores debe entenderse que este era un auto para ser único y por ello era posible construirlo por encargo, con sus especificaciones precisas. Tanto fue así que incluía una placa en el panel frontal interior con el nombre completo del dueño original de cada unidad. Su precio inicial estimado en 1971 era unos 23 000 USD de la época, más de 120 000 USD actuales, y para 1972 se había duplicado.  En total se produjeron unas 600 unidades hasta 1987, año en que la nueva Stutz volvió a sumirse en las sombras. Fue un automóvil regio, exclusivo en extremo y de innegable calidad en el diseño y factura.  Entre sus no menos exclusivos propietarios resaltan los famosos Elvis Presley (quien adquirió la primera unidad producida y cuatro más después), Jerry Lewis, Elton Jhon; Billy Joel, Dean Martin, Paul Mac Cartney, Frank Sinatra y Willy Nelson.

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Jorge Esténger Wong