Talbot, una hidalga marca francesa

Creado: Dom, 03/11/2013 - 21:04
Créditos
Jorge Esténger Wong
Talbot, una hidalga marca francesa

Existen empresas que aunque logren  manufacturar buenos productos pasan por todo tipo de dificultades para instalarse en el mercado. Algunas nunca lo logran y otras - a fuerza de mantener productos innovadores, con criterio  propio- desaparecen en la oleada de mercadeo y estándares  impuestos al público. Hoy estaremos recordando uno de esos casos: la desparecida Talbot.

Talbot fue, en su inicio, la marca británica usada para vender autos franceses Clément-Bayard importados al Reino Unido.  Fundada en 1903, esta business venture fue financiada por el Conde de Shrewsbury y Talbot, quien prestó su nombre a la firma, en 1905.  Un Talbot fue el primer automóvil en cubrir 160 kilómetros en una hora, en 1913. Bajo la marca Talbot-Lago se produce uno de los mejores y más recordados exponentes de esta marca: el Talbot Lago T26.

Era este cochazo de 4,5 litros de cilindrada e ingeniera de vanguardia para la época, el cual incluso llegó a competir de forma exitosa, tanto en equipos oficiales de la marca como en privados, en los campeonatos de Formula 1 de  la época. Los Talbot T26 fueron 4º y 5º en la carrera inaugural del Campeonato del Mundo, el Gran Premio de Gran Bretaña, de 1950.  El cambio de regulación de 1952 al límite de dos litros, sin embargo, hizo que Talbot desapareciera como fabricante de F1 hasta otra breve y lapidaria incursión en los años ochenta.

Este Talbot Lago T26 tenía elementos muy avanzados, su motor de seis cilindros era grande, pero entregaba unos temerarios 210 HP a 4500 rpm, algo bien respetable para esos años.  Tenía una transmisión manual de cuatro velocidades, que maximizaba esa potencia, cuando lo común para coches potentes, en ese entonces, eran tres marchas.  Con apenas 1600 kg de peso y semejante potencia no tenía dificultad alguna para rebasar los 190 km/h con una aceleración brillante, de la cual no tenemos datos.  Pero una cosa es fabricar un buen auto, técnicamente avanzado y otra muy distinta es venderlo.  Sobre todo en una Europa recién salida de la guerra –el T26 vio la luz en 1955- donde 4,5 litros de desplazamiento significaban un consumo exorbitante de gasolina, lo cual selló su destino.

Créditos
Jorge Esténger Wong