Finalmente pudo echar a andar Toyota sus 18 plantas en Japón por primera vez desde que los devastadores efectos del terremoto y el tsunami del 11 de marzo paralizaran casi por completo su actividad durante cinco semanas.
De ese modo entre las factorías que retomaron el funcionamiento se encuentran las de las provincias de Miyagi e Iwate, dos de las más afectadas por la catástrofe, donde ya comenzaron a armarse los modelos Crown y Mark X, también fabricados en la localidad de Toyota, en la prefectura de Aichi.
El primer fabricante mundial de automóviles anunció, sin embargo, que mantendrá su producción a media máquina entre el 10 de mayo y el 3 de junio por la escasez de refacciones a consecuencia de los desastres.
Como informó la portavoz de Toyota, Shiori Hashimoto, la compañía no sabe bien cuándo podrá regresar su producción a su máxima capacidad en el país del sol naciente, pues aún enfrenta dificultades para acceder a alrededor de 150 tipos de piezas diferentes, luego de que el sismo de magnitud 9.0 en la escala de Richter y el posterior maremoto destruyesen las fábricas de autopartes en el noreste del archipiélago, lo que provocó una severa carestía de refacciones tanto para Toyota como para otras automotrices niponas.
De ahí que, según las estimaciones de Deutsche Securities Inc recogidas en un despacho de la agencia Kyodo, los armadores japoneses podrían demorarse aproximadamente seis meses en recuperar los niveles de producción que tenían antes del 11 de marzo.
Y la incertidumbre no es para menos, pues la interrupción en el suministro también ha afectado a otras 
plantas del grupo fuera de Japón. En Norteamérica, por ejemplo, pararán cinco días este mes; en Europa, sus cinco factorías cerrarán entre el 21 de abril y el 2 de mayo y en Australia producirán a la mitad de su capacidad durante casi todo mayo.
Si hasta ahora Toyota había dejado de montar ya unas 260 000 unidades en Japón respecto a su plan original, con esta nueva medida esa merma crecerá en 120 000, por lo que la firma ya anticipa que producirá nuevos vehículos a niveles ”considerablemente reducidos“ de mayo a julio, de modo que el suministro a los concesionarios podría verse significativamente afectado este verano, según difundió. Mal augurio, sin duda; aunque lo peor, por fortuna, haya pasado.