Tres años después de congelar su expansión mundial, Toyota vuelve a mover ficha y nos anuncia que invertirá 1 000 millones de dólares en la construcción de una nueva planta en México para fabricar su compacto Corolla a partir del 2019.
Emplazada en el estado de Guanajuato, la factoría, que ”incluirá las últimas novedades en tecnologías de ingeniería“, dará empleo a 2 000 trabajadores y tendrá una capacidad de producción anual de 200 000 unidades, para sumarse a las instalaciones que la firma japonesa opera desde el 2005 en Baja California, donde produce cajas para camioneta y ensambla el modelo Tacoma.
En realidad, según hizo público la propia empresa, lo que pretende esta movida es abaratar costos, transfiriendo a esta nueva facilidad la producción del Corolla desde su planta de Cambridge en Canadá, como parte de un reordenamiento de sus operaciones en Norteamérica. De ahí que, una vez que esta se ponga en marcha, Toyota transformará su planta en Ontario para fabricar vehículos medianos de alto valor.
No por gusto, entre las bazas a favor de México como epicentro de dicha operación, jugaron un papel decisivo sus acuerdos comerciales con más de 43 países que permiten a las armadoras importar materias primas sin arancel y exportar, con ventajas, los vehículos terminados; además de la base de proveedores existente y la infraestructura de transporte en la región que Toyota espera aprovechar.
Aunque el coloso japonés anunció igualmente que abrirá una nueva fábrica automotriz en China, a la vez que implementará una tercera línea de producción en su planta de Guangzhou, que se completará a finales del 2017 con una capacidad para producir 100 mil vehículos al año, que podría ser ampliada en caso de ser necesario. Todo con tal de hacer frente a los rivales que buscan desplazarlo de la cima como el mayor fabricante mundial de autos.