Edsel B. Ford ha pasado a la historia con ribetes más bien grises. Lo más inmediato que llega a nuestra memoria al oír la palabra Edsel es el descomunal fracaso de Ford Motor Co. al presentar una marca con ese nombre a finales de los años cincuenta. Sin embargo, no debe haber sido fácil crecer, humana y profesionalmente, a la sombra del genio y la iracunda personalidad de su padre, el mítico Henry Ford. Esto confiere mérito al logro de Edsel con su Ford de 1932 y, definitivamente, clasifica al prototipo Ford Model 40 Speedster como una de esas máquinas de ensueño portadoras de la genialidad de su creador.
Poniendo a un lado el valor histórico del vehículo (solo existe un ejemplar) el Ford Model 40 Speedster resulta todo un ejercicio en diseño, conceptuando de forma magistral los criterios que ya había esbozado Edsel en el previo Ford de 1932. Su forma longitudinal de torpedo viene matizada por la aerodinámica de toda su estructura, la cual tiene en muchos de sus puntos los trazos y ángulos que muchos fabricantes imprimen en sus vehículos actuales. Es el caso de su frontal, con sus faroles redondos bien pegados al 
suelo, enmarcados en la careta inferior, y la continuidad apaisada de esta en la parrilla dividida del radiador, la cual nos recuerda a muchos BMW posteriores. Todas las líneas y contornos están a ras, con guardabarros individuales en cada rueda y ajustados al contorno de estas.
Mover a esta belleza era responsabilidad de un motor V8, Ford los empleaba desde comienzos de la década del treinta, que llegaba a ofrecer 75 CV de potencia. Como sabemos este prototipo jamás llegó a la producción. Su influencia, sin embargo, se puso de manifiesto en vehículos posteriores de la marca que hicieron del rendimiento de sus V8 y el fuerte carácter de su imagen su principal fortaleza frente a su archirrival Chevrolet.