Hay muy pocos, pero existen. Son joyas de carreras de Porsche, a las que, por alguna razón que nadie alcanzará jamás a comprender, la legislación de sus países les ha permitido acabar matriculadas para el uso civil.
Están un par de unidades del Porsche 917K (en paradero desconocido, por cierto) y un pequeñísimo grupo de Porsches 962C que han corrido la misma suerte.
En Japón sabemos de la existencia de al menos dos unidades matriculadas de esta máquina de carreras, dominadora durante años de Le Mans, que cuenta con efecto suelo. ¿No nos crees? El vídeo que te espera tras el salto te demostrará cómo un amigo nipón tiene la suerte de callejear por Tokio, e irse de compras con un coche cuyo valor y prestaciones puras supera el de cualquier Veyron. Envidia no es la palabra... apenas si alcanza a acercarse a lo que sentimos ahora mismo.