Macorina, el nombre de una leyenda

Creado: Dom, 24/02/2019 - 15:39
Autor: Leonel Nodal
La Macorina

El verdadero nombre de María Constancia Caraza Valdés quedó envuelto en una de las más seductoras leyendas de la ciudad y pasó a conocerse como La Macorina.

Hombres y mujeres se admiraban al ver pasar a La Macorina. Sobre el origen del mote, ella misma aclaró: “En La Habana había una popular cupletista a quien llamaban La Fornarina. Una noche me paseaba por una de las calles más populares de la ciudad (la Acera del Louvre), cuando un borrachín, confundiéndome con ella y pensando que su nombre era Macorina, comenzó a llamarme a grandes voces. La gente celebró el suceso con risotadas y a partir de ese momento me endilgó ese nombre”.

Consuelo Bello era el nombre de la famosa cupletista española, que a su vez había adquirido un apodo derivado de La Fornarina (La Panadera), una de las obras más representativas del pintor renacentista italiano Rafael Sanzio (1483-1520), retrato de una modelo romana y amante, hija de un panadero o fornaio.

Después vendría el famoso danzón con su atrevido estribillo: “Ponme la mano aquí Macorina pon, pon Macorina, pon”, un danzón inspirado en la letra del poeta asturiano Alfonso Camín, (La Peñuca (Gijón) 1890-Porceyo, 1982) quien emigró a Cuba en 1905 con 15 años y se desempeñó como periodista en el entonces influyente Diario de la Marina.

La Macorina en su auto

Con su rotunda hermosura y su atrevido peinado corto La Macorina se exhibía por las calles habaneras, acaparando las miradas lujuriosas de los caballeros y el rumor escandalizado de las damas, destaca Ortega.

En un documental del español Rafael Amargo, dirigido a exaltar la carrera de Chavela Vargas a sus 91 años, la famosa cantante, dejó una de las más vívidas descripciones de la personalidad de La Macorina al evocar su encuentro. “Era una mujer guapísima. Negra mezclada de china. La vi y me quedé muda”.   

Chavela Vargas la conoció en La Habana “bajando de un coche blanco" y jamás olvidó "sus ojos rasgados y su pelo fiero".

La costarricense que se encumbró en México cantando rancheras y alcanzó fama en el cine de la mano de Pedro Almodóvar, inmortalizó con su voz y su música desgarrada a La Macorina.

La canción, que es una exaltación de la mujer y de los frutos cubanos, y su sugerente estribillo: “Ponme la mano aquí”, al que el ingenio popular ha dado tantas connotaciones, igual puede referirse al corazón del amante o a cualquier otra parte de la anatomía que el oyente pueda imaginar.

Estudiosos de la literatura hispanoamericana afirman que la inspiradora imagen de la primera cubana, que se paseó al volante de un auto por las calles habaneras convirtió al asturiano Camín en precursor de la poesía afroantillana, esa que Nicolás Guillén llevó a su máxima expresión.

Increíble ¿verdad? Para comprobarlo basta leerse todo el poema. Aunque hoy lo más conocido sea el popular estribillo grabado en la voz del legendario Abelardo Barroso.

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Sobre el autor

Corresponsal y periodista de Prensa Latina.