Este es el Ford Cougar 1998, creado por motivos comerciales que lo convirtieron en un modelo curioso. Nacido Mercury en USA, fue bautizado Ford en Europa.
¿El huevo o la gallina?
Bastante se opina sobre el origen del Ford Cougar, derivado del modelo Mercury de igual nombre. Cierto.
Es fácil encontrar la traza que nos lleva a la decisión –puramente de mercadeo- de la compañía de vender, en Europa, un coupé para competir en ese sector del mercado. Las opciones eran el Ford Probe y el Mercury Cougar que, en ese momento, justo estrenaba su 8va generación. Se escogió el Cougar y, por la presencia de Ford en Europa, se utilizó esa marca. Así se concibió el Ford Cougar.
Pero hay más. El primer felino de Mercury –el uso de Cougar viene de Puma- salió al mercado en 1967, como uno de aquellos muscle car rockeros tan venerados. Justo esa primera generación, se basó en la plataforma del Ford Mustang cerrando, de alguna forma, el circulo de vida.
Los detalles más singulares.
Todo lo anterior explica uno de los detalles principales –y más singulares- de este modelo. Al sentarnos a conducir, en el volante, no está el óvalo azul de Ford, sino el perfil del felino al que hace referencia su nombre: Cougar.
Este simple aditamento implica una razón mayor y es que, a pesar de ser un auto “para Europa”, el Ford Cougar se fabricó en la planta de Flat Rock, Míchigan, EE. UU, como Mercury y se envió a la planta de la compañía en Colonia, Alemania, para colocar las insignias exteriores de Ford y los faros con las especificaciones europeas.
Por demás, es un coupé de dos puertas y configuración interior 2+2, la cual nunca nos ha gustado. Dentro, el auto se destaca por ese confort “americano”, aquí expresado en unos vistosos asientos de cuero negro, calefactables, y un salpicadero muy completo, haciendo de la habitabilidad algo sobresaliente.
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En el exterior el Cougar tiene su mejor aspecto. Lucía muy bien para la época, con una imagen deportiva y con un toque de agresividad acorde a su inclinación “felina”, aportada por el dominio de líneas oblicuas que se entrecruzaban, tan de fines de los 90. Mención aparte para las manillas exteriores de las puertas, un detallazo que todavía no me canso de admirar.
Mecánica de época.
Aquí el Cougar es, una vez más, un ejemplo de su época. Su mecánica estaba liderada por un motor V6 de 2,5 litros y 170 CV, que incorporaba muchas variantes que empezaban a usarse de forma masiva en ese entonces. Hablamos de las 4 válvulas por cilindro, un doble árbol de levas y la inyección multipunto.
Estaba montado delante, de forma transversal, para facilitar su acople a la tracción delantera que incorporaba una caja manual de cinco velocidades, aunque existía una automática opcional. Hasta 2002 se fabricaron unas 225 000 unidades.
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