La Habana. – Para una mujer, disponer hoy de un auto en Cuba, brinda mucha independencia, libertad y emancipación, debido al tiempo que puede ahorrar en la transportación y las facilidades económicas que proporciona, expresó en esta capital orgullosa la conductora Mayte Díaz Guerra.
A pesar de que en la Mayor de las Antillas se desarrollan múltiples acciones que propician la promoción de la mujer a todas las labores ocupacionales y aún proliferan muchos prejuicios de género, no cabe dudas de que su incorporación a tareas antes vedadas para ellas ha crecido enormemente.
En el caso de la transportación, se ha caracterizado porque la mayoría de su fuerza laboral está compuesta por hombres, aunque es válido reconocer la efectividad de las medidas concretas emprendidas poco a poco para revertir esa situación en el país.
De acuerdo con fuentes del Ministerio de Transporte de Cuba (Mitrans), mientras en América Latina y el Caribe solo el dos por ciento de la fuerza laboral vinculada al transporte estatal son mujeres, en la Isla las féminas representan la cuarta parte del sector, a raíz de la creación de eventos de género y círculos de interés por esa cartera.
En el Mitrans, las féminas ocupan más de la mitad de los cargos técnicos y más de cuatro mil poseen licencia para manejar automóviles, cifra que ha ido creciendo dado el interés que ponen para incorporarse a esta tarea y a otras como los triciclos eléctricos ecológicos y los Cocotaxis.
Al respecto, un caso muy práctico y sumamente palpable ha sido el de Díaz Guerra, quien con apenas 21 años de edad aprendió a conducir en la Escuela de Educación Vial y Conducción de La Habana (Tramos), donde pasó el curso teórico y práctico para poder disponer de la licencia que le permitiera sentarse detrás de un timón.
En la plantilla del Grupo Excelencias como Cajera, Gestora de cobros y al frente de las cuentas bancarias de varias agencias de viajes, rememora su pronta decisión de aprender a manejar a pesar de ser todavía una estudiante, de los prejuicios existentes en el país, de que en su casa existía el automóvil de su padre, y de su escasa solvencia.
Gracias al padre pudo pasar la escuela de automovilismo del municipio Plaza de la Revolución, ubicada en Calzada, entre H e I, en el Vedado, donde muy pronto contó con la autorización que le abrió las puertas a esa exclusiva experiencia, que siempre quiso y adoró tener.
No tuve dificultades para aprender porque siempre me gustó y soñé con tener la posibilidad de manejar un auto; incluso, durante los estudios, mi profesor Lázaro me felicitaba siempre porque era de los alumnos más avanzados que tenía y constantemente me congratulaba por la manera y rapidez con que yo asimilaba los conocimientos. Me encantaba sentarme diariamente al auto, y por eso, asimilé muy rápido las enseñanzas”.
Cuando comencé a manejar, pensé para mí que esa experiencia era muy novedosa y positiva, aunque a mis amistades y vecinos no les guste, pues las personas se asombraban cuando veían a una mujer jovencita como yo manejando un automóvil, en esa época.
Al pasar del tiempo, recuerda que contrajo matrimonio y su esposo “poseía un auto Lada 1600 y a pesar de que mi padre me quiso dar el Renault de 1988 que tenía, yo lo rechacé, pues yo ya poseía la licencia de conducción y podía manejar el de mi marido, con el que nos compartíamos las carreras, y a diario, nos turnábamos al frente”.
Unos años más tarde, en 2016, adquirió en Panamá una motocicleta eléctrica, que se deterioró en apenas dos años, y tuvo la necesidad de vender inmediatamente, no obstante, en 2023, logró comprar otra, marca Excalibur, con la que alternaba el auto junto a su esposo.
Resalta también que se vio en la obligación de sacar la licencia de moto con la cual pudo además conducir a sus dos hijos y aunque amaba trasladarse en ella, elegía hacerlo en el automóvil, el cual prefiere enormemente, debido no solo al peligro que representa andar con muchachos y bultos en este tipo de transporte.
Igualmente, manifiesta que tuvo la obligación de aprender de mecánica y aunque confirma que las mujeres tienen sus habilidades cuando se siente atrapada por alguna dificultad en el carro o por el tiempo, se busca un especialista que pueda arreglar el problema que presente el auto.
Sobre la importancia de tener la posibilidad como mujer de hoy poder conducir, valora que le “encanta manejar y siento un placer enorme cuando logro sentarme al volante para trasladarme de un lugar a otro, ya que tiene muchas ventajas pues permite ahorrar tiempo y recursos, y no soy como otras que prefieren que las lleven”, significó candorosa esta cubanita de 42 años.
Acerca de las diferencias en la conducción de autos de diferentes tipos, esta conductora cubana relata que, aunque durante un tiempo llegaron a poseer un auto moderno, un Renault 21, muy fácil y cómodo de manejar, ahora dispone de un Lada 2105 que, a pesar de estar adaptado con un motor de petróleo y a veces presentar sus dificultades, no obstante, se mueve y es vital para la necesaria transportación.
En la actualidad, “me traslado en mi Lada constantemente por problemas de trabajo a diferentes municipios de la ciudad, y eso me lo permite la posibilidad de saber conducir un automóvil, y de lo contrario, si nunca hubiera aprendido y adquirido mi licencia, jamás podría disfrutar de ese útil y práctico placer”.
También aprovecha para resaltar otras facilidades que brinda a una mujer saber manejar pues permite conducir a sus dos pequeños infantes a la escuela o a algún lujar lejano, a sus familiares y a los colegas de trabajo, además de que puede ayudar a trasladar a otras amistades que lo necesiten.
