En mi barrio existió desde siempre, un ”almendrón“ camioneta que llamábamos boca de sapo, por su frente inequívoco. Tanto nos acostumbramos a su presencia, que no nos percatamos de cuánto había durado. Solo desapareció cuando su dueño, incapaz ya de conducirlo por la vejez, lo vendió. Era una Chevrolet 1947, lo simpático es que Chevrolet llamó a aquel estilo Advance
Design, presentándolo como algo futurístico.
En verdad, fue un gran adelanto respecto al modelo anterior, con una cabina muy superior a todo lo producido hasta ese momento. Terminada la guerra era hora de lanzar un nuevo modelo. Su desarrollo había empezado en 1942 y continuado durante le guerra. La prioridad era ofrecer un vehículo más espacioso y con mejor visibilidad.
Los nuevos modelos tenían los faros integrados al guardabarros, un capot alto y un parabrisas mayor, separado en dos secciones, mejoraba la visibilidad, maximizada por la inclusión de vidrios curvos en las esquinas traseras de la cabina. Además, la carrocería era mucho más ancha que el chasis y ahora había espacio para tres adultos en la banqueta.
Existieron tres series, denominadas ”Thrift-Master“: la serie 3100 de media tonelada, la serie 3600 de tres cuartos de tonelada y la serie 3800, de una tonelada de carga útil. Las tres series tenían un frontal similar y se distinguían entre sí por la longitud del espacio de carga y del chasis.
En la mecánica, se mantenía el irrompible motor de seis cilindros, 3.5 litros y 90 CV a 3,300 rpm. La transmisión estándar era de tres velocidades, sincronizadas con palanca al piso en las series 3100 y 3600, y la opción de elegir la de cuatro velocidades, con la primera no sincronizada, que era estándar en la serie 3800.
Con una dureza probada y poca necesidad de cuidados las camionetas Advance Design de Chevrolet se mantuvieron en producción por varios años. Prestaron importantes servicios a sus propietarios, si bien nunca rebasaron el listón de ventas de la Serie F.