La tercera generación del Buick La Crosse estará lista en el próximo verano y será un modelo 2017. Se trata de un nuevo vehículo, con un diseño de estreno, tecnologías de avanzada y mejores perfomances. Con ella, los de GMC reclaman un espacio entre las berlinas de representación.
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El modelo de Buick es un sedán grande, listo para competir en el sector de las berlinas de gama media-alta, al estilo del Toyota Lexus ES. Duncan Alfred, Vicepresidente de Ventas y Mercadeo de Buick asegura que "...el nuevo La Crosse marca la próxima fase del momento internacional de Buick" siendo un desarrollo centrado, de momento, en el mercado estadounidense y chino, menos exigentes y conocedores que el europeo.
Se trata de un modelo vital para la marca, pues viene al rescate de la anterior generación, gestada durante la bancarrota de GMC. La nueva imagen de Buick está basada en el prototipo Avenir y su frente resalta por la nueva parrilla frontal, en la cual regresa la insignia tricolor de la marca. Más largo, bajo y ancho, el La Crosse es, sin embargo, hasta 300 libras más liviano y mejora su rendimiento gracias al motor V6 de 3.6 L, acoplado a una caja automática de ocho marchas. La dirección asistida es eléctrica, una tendencia cada vez más fuerte en la industria.
Como es de esperar el nuevo modelo incorpora materiales de alta calidad y conectividad de última generación, integrados en una pantalla de 8 pulgadas, táctil, a color. Para complementar, el nuevo Buick está equipado con un sistema de audio Bose y control automático dual de clima.
Un detalle que nos cuesta digerir son los toscos espejos laterales, montados sobre las puertas -no en la esquina delantera de la ventanilla- en una era en que varios fabricantes ya usan cámaras como equipamiento de serie. También se echan de menos ayudas como el aviso de cambio involuntario de carril, ya comunes en berlinas de gama media hacia arriba.