La década del treinta del pasado siglo es muy singular en los anales del automóvil. Marcada por la Gran Depresión de la economía estadounidense, se producen, no obstante, importantes hitos para la historia de la industria automovilística. Específicamente, Ford Motor Co. debió asumir el desarraigo de su legendario modelo T y buscar cambios con la rapidez necesaria para alcanzar al resto de los fabricantes. Las formas más suaves y redondeadas serían el sello de los modelos de Ford para esa década, con el punto de inflexión más importante en 1935, cuando se acuña el término de FatFenders (algo así como guardabarros redondos) y el motor V8 queda establecido definitivamente en esa marca.
Ello le permitió a Ford disponer de una ventaja importante sobre Chevrolet y liderar así el mercado estadounidense de esos años. En 1936 los modelos reciben un elegante toque de distinción, con nuevos capots alargados y nuevas parrillas redondeadas. Algunos detalles de los cambios para 1936 fueron la desaparición para siempre de las llantas de alambre o de rayos, los Cláxones (bocinas) son ahora interiores y se han ubicado debajo de los faros. Estos, por su parte, vuelven a ser de grandes dimensiones, redondos, paradójicamente por última vez, pues en 1937 comienzan a empotrarse en los guardabarros. Además, para Ford, será el último año en que la rueda de repuesto es colocada en el exterior.
La producción de Ford es mayor que la de Chevrolet, pero es Chevrolet el que más vende este año. Ford vende 791 812 coches (Chevrolet 975 238 unidades) sintiendo el lastre de no contar con frenos hidráulicos, a pesar del ya mencionado motor V8 que en este año de 1936 ya alcanza los 2 000 000 de unidades producidas. Mantener en producción el modelo T por tanto tiempo habrá producido grandes beneficios a la compañía, con muy bajos costes, pero atrasó de manera significativa la introducción de adelantos y mejoras ya disponibles en los rivales de su sector del mercado, como Chevrolet.