Ford Nucleon 1958 Concept Car: ¡Nos quisieron montar en un reactor nuclear!

Creado: Dom, 07/09/2014 - 17:10
Créditos
Jorge Esténger Wong
Ford Nucleon 1958 Concept Car: ¡Nos quisieron montar en un reactor nuclear!

La energía nuclear cambio la historia. En su momento de mayor inocencia llegó a verse como la solución a las necesidades energéticas de la humanidad. Eran los años cincuenta y parecía que todo sería posible colocando reactores a diestra y siniestra. La industria automotriz no fue menos y varios proyectos intentaron esa alternativa, uno de los más conocidos fue el programa Nucleon de Ford, el cual llego a presentar un prototipo. Veamos los detalles.

Los fabricantes norteamericanos andaban afiebrados allá por los cincuenta. Dominaban el mercado mundial y dilapidaban en los proyectos más disimiles. Fueron los años de Motorama –de General Motors y donde cuajó el Corvette- y los autos a turbina de Chrysler.  Ford, por su parte, lanzó el proyecto más radical de todos: ¡adiós a los combustibles fósiles, es la era atómica y usaremos un reactor!  Mientras Chrysler se movía entre el diesel y el kerosene para obtener 130 CV de su motor a turbina experimental, Ford se decantó por ensayar con un reactor nuclear.

Así, diseño el programa Nucleon, con prototipo en 1958, caracterizado por tener un reactor nuclear de fisión. Dicho reactor producía vapor de agua, encargado de mover dos turbinas, una utilizada para la tracción y otra para mover un generador eléctrico con el que se abastecían otros elementos del coche.  El prototipo Ford Nucleon sería capaz de recorrer 8000 km, o más,  dependiendo del tamaño del reactor colocado en la parte trasera del automóvil. El coche estaba diseñado para tener un parabrisas de una sola pieza, una ventanilla trasera con un esquema similar a un submarino nuclear. Como modo de protección, había una gran separación entre la cola y la cabina de pasajeros debido al peso del reactor nuclear y para la seguridad de los pasajeros.

Para ”rellenar el tanque de combustible“ la Ford Motor Co. había concebido una red de estaciones de servicio nuclear, donde el módulo de propulsión gastado sería cambiado por uno nuevo, sustituyendo las gasolineras tradicionales serían sustituidas. Si hoy en día, en pleno siglo XXI, aún es una calamidad implementar opciones alternativas para vehículos a gas, alcohol, eléctricos o incluso híbridos, ¡no quiero imaginar el revuelo y la algarabía desatada en pleno 1958 por la poderosa industria del petróleo y sus apéndices ante esta hipótesis!

Pero en fin, a lo nuestro. La propulsión del coche con energía nuclear, como hoy podemos ver con toda claridad, tenía más inconvenientes que ventajas: el desarrollo de millones de pequeños reactores nucleares por el mundo, para ”uso diario“, implicaría problemas como el mal funcionamiento de uno de ellos, dispersión de material fisible y radioactivo por la tierra, riesgo terrorista, dificultades en el diseño como la seguridad, la protección de los pasajeros y las cargas y, sobre todo, los costos de producción.  Las ventajas eran apetecibles, pero alcanzables con otros medios ”más convencionales“: no emanaba gases contaminantes (pero si radiación), y las turbinas emitían poco ruido y lograban una gran potencia.  Con todo, hay que reconocer a Ford su valentía y originalidad.  El programa Ford Nucleon fue de los más ambiciosos en la época dorada de la era atómica, cuando se desató aquella infantil euforia por la fisión nuclear para la vida civil. Luego vendrían Chernobil y Fukushima.

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Jorge Esténger Wong