Me declaro converso en la fe de Jenson Button. No hace tanto me parecía un piloto del montón, de esos que ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Irrelevante, vamos. Me cerró la boca con un campeonato del mundo. ”Será cosa del coche“, justifiqué, no sin argumentos: aquel Brawn GP de los dobles difusores era imparable. Cuando fichó por McLaren, demostró que me había equivocado del todo. Realmente, y aunque un poco tarde, su capacidad en la Fórmula 1 estaba explotando y lleva tres temporadas en las que está brillando con luz propia.
Y lo está haciendo al lado de Lewis Hamilton, algo que no es nada sencillo. El carácter complicado del campeón del mundo de 2008 no hace sencilla la convivencia en el seno de McLaren, y casi le cuesta su despido no hace tanto tiempo, como se conoce en los mentideros habituales del paddock. Por contra, la innegable porte de ‘gentleman’ británico a la vieja usanza que pasea Button ha calado muy bien en una escudería que no quiere volver a ver correr la sangre -de manera figurada, obviamente- en su motorhome entre sus pilotos.
Ahora bien, y como dice el lema de una conocida serie de libros llevada a televisión, ’se acerca el invierno’. Hamilton cerró 2011 en una posición muy complicada, con un año por delante para renovar su contrato y más apariciones en los despachos de los comisarios que en los podios. Por contra, Button se llevó el subcampeonato y fue el único en toserle -desde la lejanía- al imbatible Vettel. Con la nueva temporada, que apenas acabamos de empezar a saborear, las posiciones de poder dentro de la escudería de Woking están más en el alambre que nunca, al menos desde que Button y Hamilton forman pareja.
En Australia, Button dio una lección maestra y se llevó una carrera de diez. En Malasia, acabó 14º tras una carrera llena de problemas. En ambas pruebas, Hamilton se subió al podio, tercero, después de haber salido desde la pole. El enfado consigo mismo era notable: no es el líder que debería ser, y Jenson se está alzando como el piloto que todo equipo querría: razonablemente fiable, rápido y sin hacer locuras. Previsible, sí, pero necesario.
Si aceptamos que McLaren parece el equipo a batir, aunque sin una superioridad excesiva, y que Hamilton y Button empezarán a verse uno al otro como rivales, podemos augurar una bonita pelea interna dentro de la escuadra de Woking. El nivel de agresividad en la que se produzca dependerá, en buena parte, del grado de desquiciamiento que tengan uno y otro, pero desde luego este será uno de los mayores choques de reyes que podamos ver esta temporada. Y mi apuesta es clara…