Es muy conocida la historia del surgimiento de Jeep, vehículo que dio lugar a la zaga que hoy llamamos todoterreno. Sin embargo, con el paso de los años aquel diseño original de la Segunda Guerra Mundial, necesitó evolucionar para poder estar acorde con las nuevas expectativas y, como buen soldado, cumplió su misión para dar paso a nuevas y mejores generaciones. Así nació el Jeep Wrangler, heredero directo del primer CJ.
La American Motors Corporation (AMC) había obtenido la marca Jeep de Kaiser-Jeep y continuado su producción, casi sin cambios, hasta entrados los años ochenta. Entonces comenzó el desarrollo que terminaría en la presentación del Wrangler, aunque la propia dinámica del mercado pondría a Chrysler al cuidado de la marca, tras la desaparición de AMC. Con la designación YJ de proyecto, el nuevo vehículo estaba concebido para tener una apariencia más moderna y mejores condiciones mecánicas que su amado antecesor. Se hizo énfasis en lograr una mejor conducción en pavimentos duros, sin perder la capacidad off-road, lo cual se logró disponiendo de un mayor ancho de vía, una mayor batalla y distancia entre ejes: en fin, un vehículo mayor.
Se puso especial interés en el confort, debido al convencimiento de que los clientes deseaban ir a campo traviesa sin sacrificar tanto las comodidades a las que ya se habían acostumbrado a bordo de sus sedanes: al fin y al cabo habían transcurrido más de treinta años de la Segunda Guerra Mundial y las nuevas generaciones reclamaban otros estándares de confort. Esto implicaba, por supuesto, calidad de marcha, la cual está condicionada por varios factores: potencia y torque del motor, suspensión y facilidad de manejo. Todo fue mejorado en el nuevo Wrangler al disponer de mayores muelles, así como barras de torsión y una dirección más cuidada. Mención merece el motor de cuatro cilindros y 2.5 L de desplazamiento de origen AMC.
La imagen, más moderna y diferente, del nuevo Jeep Wrangler quedó sellada con un frontal dominado por unas unidades de carretera rectangulares, que serían inamovibles hasta los años noventa, cuando se presentó la segunda generación del Wrangler. Ellas fueron, sin duda alguna, lo más controversial del nuevo modelo y pese a quien pese, su rasgo más distintivo. Paradójicamente, el Wrangler se comenzó a producir en Canadá, en la planta de Bramptom, pero en ese país jamás se utilizaría ese nombre pues ya era propiedad Chevrolet, que lo usaba en una sus camionetas. Luego ha tenido una larga vida al ser producido bajo patentes y licencias en los más diversos países, una práctica que hoy se va haciendo común, y que ya hemos comentado con otros modelos.