Ciertamente, muchas automotrices se han pasado al lado verde de la ecología, impulsadas sobre todo por las nuevas normativas de emisiones, pero pocas de seguro piensan dar un salto tan radical como el que pretende Geely.
Y es que el fabricante chino, que desde 2010 controla la marca sueca Volvo, quiere que para el 2020 más del 90 % de sus ventas sean ya de vehículos basados en energías alternativas (híbridos y eléctricos), a los que espera añadir además servicios de conexión a Internet. ”Geely será una empresa de coches de nuevas fuentes de energía en cinco años“, subrayó al respecto el CEO de la compañía, An Conghui, al explicar que la expansión global de la marca constituye también un objetivo fundamental de esa transición.
”Para eso hemos puesto miles de millones de yuanes en cada fábrica“, afirmó por su parte el presidente y fundador Li Shufu.
Y en ese sentido, es cierto que la empresa china ya creó tres centros de investigación y cuatro de diseño en todo el mundo y contrató a más de 4 000 especialistas para investigación y desarrollo, así como 300 diseñadores en Gotemburgo (Suecia), Barcelona (España), California (Estados Unidos) y Shanghai.
Ahora mismo Geely tiene centros de producción en una decena de ciudades chinas, y una de las mayores, en las afueras de Lanzhou, fue ampliada a principios del 2015 para duplicar su capacidad de producción de 50 000 a 120 000 unidades al año.
Asimismo, la compañía emprendió el desarrollo también de su propio software para smartphones (teléfonos inteligentes), una aplicación similar a Uber, que está probando en la ciudad de Ningbo y se expandirá próximamente a Shanghái, Hangzhou y Kunming. Su meta, a fin de cuentas, consiste en fraguar una flota de vehículos propios que destaquen por su conectividad a la red de redes para seducir a sus futuros compradores y dar a conocer los coches de sus marcas Geely, Emgrand, Englon y Gleagle, así como las foráneas Volvo y Manganese, fabricante de los emblemáticos taxis de Londres.