Rover, el auto inglés de abolengo y rendimiento

Creado: Vie, 08/07/2011 - 16:03
Créditos
Jorge Esténger Wong
Rover, el auto inglés de abolengo y rendimiento

La industria británica del automóvil, sin dudas, es la menos reconocida del continente europeo. Su ”pedigrí“ palidece al compararse con países como Italia, Francia o la divina Alemania. Sin embargo, desde muy temprano allí surgieron excelentes autos con niveles artísticos superlativos, lo cual signó la personalidad de las marcas británicas, lideradas -en fama- por ese icono del auto de lujo que es Rolls Royce. El caso de Rover, no obstante, es un ejemplo único de la agudeza en el balance entre performances y lujo; entre rendimiento y calidad.

La fábrica Rover ha estado siempre en el corazón de la industria del motor de Gran Bretaña, desde 1904 hasta hoy, caracterizada por ser la quinta esencia británica, con productos portadores de una ingeniería innovadora, refinados y duraderos. A finales del siglo XIX, Coventry era la capital de la industria británica. Entonces, los fabricantes de bicicletas eran la espina dorsal de la industria ”del transporte“, siendo la Rover Company uno de sus líderes. La compañía se fundó en 1877 formando sociedad entre John Kemp Stanley y William Sutton, quien no tardaría en desvincularse. Para 1884 sus bicicletas eran claramente más modernas y poseedoras de innovaciones que las convertían en vehículos muy seguros y ligeros.

En 1903 la Rover Company comenzó la producción de vehículos a motor, aunque en 1888 Stanley ya había construido un triciclo accionado eléctricamente. Ahora la motocicleta Imperial Rover llevaría motor de combustión, de gasolina, y sería un adelanto a la llegada del primer automóvil Rover. Ello ocurriría al año siguiente, en 1904, comenzando así la presencia de estos excelentes autos en el mercado. El Rover de 1904 no se distinguía especialmente de sus contemporáneos por su imagen -fue diseñado por Edmund Lewis- y su mecánica era ordinaria, pues estaba equipado con un motor de combustión interna de 1 cilindro y una potencia de 8 CV. No obstante, ya desde sus inicios los automóviles Rover tenían como norma la innovación y el refinamiento: aquel primer Rover de 1904 fue el primer vehículo del mundo en poseer un chasis central,lo cual le proporcionaba mayor rigidez y estabilidad. Ambas características se traducen en una mayor calidad de marcha, aspecto muy vinculado al confort, siendo desde entonces una máxima de la marca: la tecnología en función del lujo y el placer de los pasajeros.

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Jorge Esténger Wong