Un Cadillac 1924 en La Habana. ¡Alucinante!

Creado: Dom, 14/06/2015 - 16:22
Créditos
Jorge Esténger Wong
Un Cadillac 1924 en La Habana. ¡Alucinante!

¿Conoce usted cómo se ponía en marcha el motor de un auto, allá por 1924? ¿Sabe cómo funcionaban sus frenos? Y... ¿qué tal si, además de darle a conocer todo esto, tiene la oportunidad de recorrer una ciudad a bordo de un automóvil de esa época? Pues venga, le contaremos algunos detalles del único Cadillac 1924, completamente original, que aún circula en Cuba.

Cuba es un destino turístico único. Entre las muchas cosas que la hacen tan singular, los autos de época y clásicos resultan una de las máximas atracciones. La cantidad –casi masiva– la diversidad, y el buen estado en general de esos autos, convierten a las calles y autopistas de la isla caribeña en un paraíso para los amantes del automovilismo de época y turistas en general. Desde las más tempranas horas de la mañana las ciudades se llenan del más ecléctico tráfico del mundo. Si bien su densidad no es alta, la diversidad de los usuarios de las vías es casi surrealista. Ejemplo supremo es La Habana. Como capital y mayor metrópoli de la Isla, posee la mayor cantidad de vehículos.

En la brumosa Habana de este siglo XXI conviven vehículos de los más variados tipos y tamaño: desde los ya típicos bicitaxi y los coches tirados por caballos a los ”convencionales“ de combustión. Entre estos últimos la diversidad es también increíble y, entre ellos, circula nuestro protagonista: un magnifico Cadillac 1924, completamente original.

Desde el momento de arrancar el hidalgo automóvil es todo un espectáculo. Al carecer de bomba de gasolina, el combustible llega al motor por el vacío que este genera durante su funcionamiento, pero al momento de echar a andar es necesario ”empujar“ el combustible desde el tanque. Esto se hace generando una sobre presión en el sistema a través de una bomba de aire: o sea, hay que insuflar aire manualmente al sistema. Luego, se dejan caer una gotas de gasolina en cada cilindro para facilitar el arranque y, finalmente, se acciona el arranque, que es eléctrico. Sin embargo, muchas veces es preferible echar mano a la manivela (para el cubano criollo ”cranque“, derivado del inglés crank) y no hacer padecer al sistema eléctrico a 6 volt original del Cadillac 1924. Una nota interesante: Cadillac fue el primer fabricante en utilizar un motor eléctrico para el arranque, en 1912.

Una vez en marcha, el vehículo nos deja sentir la emoción de estar a bordo. La suspensión es dura, pero trabaja. Los frenos, de varilla y solo traseros, son suficientes para detener la marcha cuando es preciso. El buen estado de la carrocería e interior del coche no produce chirridos, ni ruidos desagradables que pudieran estropear la experiencia. Los instrumentos de la pizarra ¡funcionan! y el motor V8 hace su trabajo mientras devora gasolina a razón de casi 3 km/L. Pero este es un carro para no pensar en eso. A pleno sol, circulando por el malecón habanero colmado de gente y pregones, la vida de la ciudad casi se puede tocar con la mano. El gracejo y simpatía del cubano se dejan ver: se ”meten“ con el fotingo (como se les llama a los autos de principios de SXX en Cuba), con los turistas, les saludan al paso y, si alcanzan, les sueltan algún chiste rápido. No conocer a alguien en esta ciudad no hace ninguna diferencia: en par de minutos se conocen de ”toda la vida“.

Es proverbial, también, la naturaleza bulliciosa del cubano. Entre la música salsa o tradicional sonando en las esquinas, los peatones desafiantes que cruzan de la manera más impensada, el Cadillac 1924 convertible resulta un privilegio de autenticidad que pocas veces se tiene la oportunidad de disfrutar. ¡No se lo pierda!

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Jorge Esténger Wong