Yo vi nacer el primer camello cubano

Creado: Dom, 27/03/2011 - 12:03
Créditos
Jorge Esténger Wong
Yo vi nacer el primer camello cubano

Igual de carismático que los anteriores protagonistas de esta trilogía, el ”Camello“ cubano tiene un vínculo entrañable con la realidad de la Isla. Por ello figura, junto a los sofisticados Greyhound y Routemaster, entre los servicios emblemáticos de ómnibus reseñados por Excelencias.
 
Sería 1993 y aún laboraba como Ingeniero Mecánico en una Empresa Turística al este de La Habana, cuando la casualidad me puso junto a la culminación del proyecto del primer ómnibus urbano de gran capacidad para pasajeros en Cuba, el más tarde famoso camello, plataforma del sistema Metrobus. Nosotros convertíamos, en la Empresa Industrial Guanabo (más conocida por CZ), un típico ómnibus climatizado en un bar abierto rodante con capacidad para dar excursiones y paseos para la entonces incipiente industria turística cubana. Justo en la línea de producción adyacente veíamos crecer las singulares formas que luego serían famosas en toda Cuba y buena parte del mundo: el primer Tren-Bus (camello) propiamente dicho.

Algo de historia
 
Desde hacía décadas los transportistas de La Habana tenían la certeza de la necesidad de disponer de vehículos de gran capacidad en el sistema de transporte de una ciudad que había llegado a los dos millones de habitantes. La imposibilidad material de hacer frente a la construcción de un tren subterráneo (subway) ponía sobre el tapete la opción de ómnibus con espacio para, al menos, 100 o 150 pasajeros. La década de los noventa aterrizó esta certeza y la convirtió en una necesidad imperiosa. Con toda celeridad se probaron algunas variantes: una primera de tres ómnibus Girón VI en serie, luego un Ikarus 260 húngaro y un Girón VI y, finalmente, una cuña tractora con remolque carrozado como un ómnibus.

El nacimiento del camello

Las dos primeras opciones apenas merecieron ser probadas: resultaban engorrosas, poco prácticas e inseguras. La opción del remolque se perfiló como la solución para aliviar las necesidades de transporte de La Habana durante los duros años que vendrían. Para noviembre de 1994 surge Metrobus, una especie de metro de superficie, aunque privado de las facilidades de vía de los subterráneos.  El vehículo, de grandes dimensiones, debería enfrentar duras condiciones viales, de tráfico y de congestión de pasajeros.

Comienzan así su andar por las calles de La Habana los Tren-bus. De manera inmediata, casi explosiva, el cubano de a pie -imaginativo hasta en los momentos más difíciles- comenzó a llamarlos ”camellos“, por las dos elevaciones del techo, muy similar a las jorobas del famoso animal de los desiertos. El hecho de esta singular silueta está dado por la necesidad de acomodar el remolque de forma que pudiera contar con varias puertas de acceso en sus varios niveles, pues se quería aprovechar el máximo de espacio posible, incluso aquel donde el remolque debe ”subir“ a buscar su acople con la quinta rueda de la cuña tractora, el cual sería llamado con el tiempo ”el balcón“ del MetroBus. Esta solución de diseño provocó los diversos niveles en el remolque y en su techo, y ello dio pie de inmediato al gracejo criollo que los bautizó, con toda certeza, como ”camellos“. 

El terminó se enraizó de forma tan rápida y extensa en la sociedad cubana de los años noventa que la propia empresa MetroBus lo adoptó como su logo y concibió su imagen corporativa alrededor de este concepto. Poco a poco, siete rutas: desde el M1 hasta el M7, vinieron a sustituir los itinerarios del transporte más importantes en aquel momento. Al principio, 182 camellos cubrían los recorridos con buena calidad, pero la misma disminuyó gradualmente con el paso del tiempo, el desgaste de los equipos y el uso intenso a que fueron sometidos. Las cuñas tractoras, de la disímil procedencia, eran vehículos adquiridos de uso y, a pesar de ello, su precio se duplicó en el lapso de vida de los ”camellos“.  Mantenerlos era casi imposible, su estado llegó a ser precario y llegó el momento que debían ”evolucionar“ o ”extinguirse“, como cualquier otra especie.
 
Evolución y epílogo
 
Con el nuevo milenio las condiciones económicas de las Isla lograron una mejoría que permitió renovar el parque de todo el sistema de transporte público del MetroBus de La Habana. Los ”camellos“ debieron entonces ceder su lugar a una nueva especie, más evolucionada y la ciudad comenzó a recibir el beneficio de nuevos ómnibus articulados que hoy forman parte de un sistema más amplio. Aunque parezca increíble el añorado momento de la ”extinción“ de los camellos, dejó una huella de nostalgia en los habaneros y es que, sin darnos cuenta, el singular Tren-Bus se había ganado un lugar en nuestra memoria, fue nuestro aliado en duros momentos y nos permitió seguir adelante, no a grandes velocidades, pero sí de forma constante. La Habana sin ellos ya no será la misma.

Créditos
Jorge Esténger Wong