El ingeniero Edmundo Ramos inventó la “gasura”, especie de combustible que hace funcionar su clásica Ranchera, una pick-up con 40 años de uso.
Cuentan que Edmundo es una de esas personas que pasan por el mundo dejando huellas, buenas o malas, en su caso es muy buena. Aprovechó su experiencia para hacer algo útil por la humanidad y, sin fines de lucro, se dedicó durante doce años a perseguir su sueño: un combustible (no fósil) para motores de combustión.
¡Y lo logró! Hoy Edmundo tiene 66 años, vive con Fabiola, su pareja, en el pueblo cordobés de Anisacate, al sur de Alta Gracia, Argentina. Se pasea por las calles del pueblo con su Ford Ranchera gris (1983) arrastrando el tráiler cargado con los útiles para gasificar. Su invento podría ser secreto, pero no: publicó los planos en sus redes sociales.
De casualidad, Edmundo Ramos nació en Nueva York, Estados Unidos. Y digo de casualidad porque su padre, que trabajaba allá, durante un viaje con su madre grávida, la señora dio a luz de paso por Nueva York. Poco tiempo después, regresó con el nene a Argentina, donde se crio. En 1976 ingresó en la Facultad de Ingeniería y, en 1981, se graduó.
Trabajó en Argentina: San Nicolás, Salta, Jujuy… hasta que decidió irse a Norteamérica. Pudo efectuar porque era ciudadano norteamericano, a pesar de que nunca había vuelto a pisar tierra norteña. Allá fue contratista e ingeniero electricista en San Diego, California, USA, pero no vivía en los Estados Unidos, residía en Tijuana, México, y cruzaba la frontera a diario. Trabajó unos años hasta hacer una pequeña fortuna, la que le permitiría “vivir de la renta”, y regresó a Argentina.
Soñando con su proyecto “gasura”, buscó en internet similitudes con su proyecto: nada, no existía el auto que funcionase con basura. Aunque sí, un comic de Los Simpson, en su episodio de Apocalipsis, había un vehículo que funcionaba con residuos. Fuera de ahí, nada. Entonces el ingeniero Edmundo Ramos comenzó a crear.
Corría el año 2008 e iban y venían fórmulas, tablas matemáticas, cálculos y sí, funcionaba, pero el auto no pasaría de 40 km/h. Apretó, los cálculos se hicieron más complicados, largos, y, decidió probar su invento en la calle
en 2 de octubre de 2019. “Un día histórico”, aceleró su Ford hasta alcanzar 100 km/h. ¡Había triunfado!
Explicar con detalle el funcionamiento del sistema sería muy engorroso. Sí es importante saber que no se trata de agarrar el bote de basura del hogar y llenar el tanque. A la basura, primero hay que “carbonizarla”. Y no es lo mismo usar papel, que residuos más sólidos. Si llenas el gasificador con los papeles, ruedas solo 3 kilómetros y se te acaba la “gasura”.
Este hombre ha probado con varios residuos: con cáscara de maní, llegas a 30 kilómetros, con cáscara de nuez, a 50… y así. Probó con las cáscaras de plátano, de naranja, restos de poda de árboles y más. Lo decisivo es que todo hay que “carbonizarlo”. Cuando se hace, debe guardarse ese carbón en tanques bien cerrados, para evitar la humedad.
Una vez que el gasificador se enciente, los gases (monóxido de carbono, hidrógeno -que es uno de los gases más combustibles- y oxígeno) van al motor y ¡a rodar! Su autonomía era de 50 km, sin embargo, cuando montó en el remolque tres tanques de 200 litros, llenos del carbón de la basura, consiguió unos 520 km de autonomía.
Y sobre la contaminación ambiental, según controles efectuados, el Ford de Edmundo expulsa 0,00001 % de dióxido de carbono, además de vapor de agua, nitrógeno y un 20 % de oxígeno. Nada, que si se embulla, para los detalles debe consultar la página del ingeniero Edmundo Ramos. Y si este invento se populariza ¿se acabarán los basureros?
