Salta… ¡y hacia las nubes!

Creado: Dom, 30/09/2018 - 10:00
Autor: Yanay Prats Herrera
Salta

Dentro de las metáforas de mayor uso popular está la de “tocar el cielo con las manos”. Sin embargo, en la estación de Salta –en el noroeste argentino– la línea va más allá de la poesía, pues el Tren a las nubes, oferta turística en una de las rutas ferroviarias más altas del mundo, proporciona una experiencia muy cercana… y el sueño de alcanzar el firmamento se siente realidad.

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El nombre elegido por Ferrocarriles Argentinos es más que merecido, y claro… con lo de “ir a las nubes” cualquiera se interesa. Así, la Puna salteña sigue enamorando a viajeros interesados en caracolear sobre la cordillera de los Andes, por encima de los 4 000 m sobre el nivel del mar.

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Han transcurrido ya 46 años desde el nacimiento de ese tren, proyecto impulsado por las autoridades del Ferrocarril General Manuel Belgrano. El primer viaje turístico de carácter oficial –luego de una prueba experimental, en noviembre de 1971, con funcionarios y periodistas– se realizó el 16 de julio de 1972.

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Transita sobre el legendario Ramal C 14, diseño de vía complejo no solo por la altura sino también por las irregularidades del relieve que exigió la construcción de varios túneles, puentes, viaductos. El responsable de la obra fue el ingeniero Richard F. Maury –maestro en trazados en zonas montañosas–, quien asumió el reto aplicando un sistema diferente al de cremalleras, e implementó el principio de adherencia de las ruedas (no dentadas) de los carros a las vías, articulado en una lógica de ascenso en espiral y zig zags.

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A una velocidad promedio de 35 km/h recorre alrededor de 400 km (entre ida y vuelta). Concebido para cerca de 500 pasajeros, que podrán disponer de servicios como: coche restaurante, bar, consultorio médico, audio, video, seguridad privada, vagones climatizados, además de la explicación de guías, con apoyo de traducción, durante el trayecto.
El itinerario tiene como punto de partida la estación en la ciudad de Salta, y ofrece una variedad paisajística que embelesa a su paso por el valle de Lerma y la Quebrada del Toro hasta arribar al Viaducto de La Polvorilla, este último momento climático del recorrido, pues la obra ingeniera se impone extraordinaria, a casi 70 m respecto al suelo (estructura de vigas de acero), donde se ensancha el corazón natural andino.

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Tren a las nubes permite al turista el disfrute in situ del patrimonio de comunidades cuyas identidades y expresiones culturales beben de los pueblos originarios. De tal modo, no solo los pobladores se benefician del mercadeo de artesanías, vestuarios, etc., lo que sin duda tributa a las economías locales; asimismo, regalan al visitante mucho de sus tradiciones, y lo mejor… ¡la fascinación de alcanzar el cielo, solo posible en nuestras tierras de América!

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