Imposibles de olvidar. Significan parte de una época, de un estilo de vida, un vehículo popular. Las moped (motos con pedales) fueron la opción del transporte individualidad, un producto innovador en los 50, 60 y más allá.
Las moped conquistaron a jóvenes, a trabajadores y jubilados. Concluida la II Guerra Mundial, el mundo se apresta a la recuperación. Como un paso superior a la bicicleta, aparece su motorización que comienza con motores pequeños listos para colocar a las bicicletas. Ya a inicios de los años 50, se ven bicicletas fuertes con el motor acoplado de fábrica.
Se desarrollan chasis cada vez más seguros y motores de mayor potencia. Es el “boom” de las moped (también conocidas como ciclomotores). Y en medio de esta delirante explosión, la marca austriaca Puch, es una de las primeras en llegar y estuvo entre las más populares.
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Variedad de modelos, del básico Moped al MS 50 de lujo, todos entonces de dos velocidades. Luego vinieron los “Trispeed” (tres velocidades). Y al mismo tiempo se multiplicaron las marcas: Victoria (de la que yo tuve un modelo Avanti), Zündapp, Sachs… y comenzaron a llegar las japonesas, la primera fue Honda, con su legendaria Cub.
Los gobiernos locales impusieron sus reglas: motores menos de 50 cc y velocidad máxima de 45 km/h. Estos moped o ciclomotores no requerían de matriculación (chapa o placa identificativa) ni de licencia o permiso de conducir, incluso el casco no era obligatorio, todo lo cual facilitaba mucho sus ventas y uso posterior.
Pronto vinieron las carreras y tanto los fabricantes, quienes le dieron más potencia a sus motores, como los mecánicos y aficionados, que por medio de transformaciones e innovaciones, le procuraron a los moped aún más potencia y, por ende, mayor velocidad. ¿Cuánto? 70, 80, 90, 100 km/h y, tal vez, un poquito más.
Pero ahora retrocedamos en el tiempo. Johann Puch, el fundador de la marca que lleva su nombre, comenzó a fabricar bicicletas en la ciudad de Graz (Austria), allá por 1889. Con la permanente innovación y su calidad artesanal, consiguieron triunfar. A inicios del siglo XX, ya Puch fabricaba también motocicletas de diferentes tamaños y automóviles.
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En 1912 Johann Puch se jubiló y, dos años después, falleció. Por esa época, la Einser-Werke tenía unos 1 100 trabajadores y producía más de 16 000 bicicletas, alrededor de 300 motos y algunos automóviles anuales. Puch era una marca reconocida y exitosa en esos tiempos.
Austria fue machacada por la I y II guerras mundiales. Sin embargo, las fábricas fundadas por Johann Puch siempre se repusieron al desastre. En 1954 lanzaron el primer moped Puch: MS 50, que tuvo mucho éxito. Se hicieron 16 657 unidades; muchas de ellas se exportaron a 110 países, entre ellos Cuba. Para 1969 sale el pequeño Puch Maxi.
Del Maxi se vendieron 1.8 millones de unidades. El mejor año de la marca Puch fue 1978: 270 000 ciclomotores y 350 000 bicicletas salieron de sus fábricas. En la década del 70, la empresa española Avello S.A., produjo el ciclomotor Borrasca con licencia Puch y también se firmaron los acuerdos con Hero Motors, de India, donde se hicieron Hero Puch.
A fines de los 80, Puch estaba arruinada por una feroz competencia y la paulatina disminución de las motos de “pequeño calibre”. Su gran calidad siempre fue mucho mayor que el éxito de marketing. En 1987, se dejó de fabricar motos en Graz. La firma italiana Piaggio compró la parte comercial de la firma y todavía fabrica motos Puch.
Cuando la ciudad de Graz fue declarada Capital Europea de la Cultural, en 2003, la vieja fábrica Einser Werke (aquella primera factoría de bicicletas, motos y autos), creada por Johann Puch, se convirtió en el actual Museo Puch. No cabe duda que hoy, Johann Puch, es parte de la Historia de las motocicletas. Recordémosle a 110 años de su retiro como constructor e innovador en el mundo de las dos ruedas.
