En días recientes el Gobierno chino dio a conocer un paquete de medidas para estimular las industrias siderúrgica y automotriz, consideradas un pilar de su desarrollo económico pero fuertemente golpeadas por la actual crisis del sector.
Durante el 2008, las ventas de vehículos en China aumentaron un 6,7 por ciento, lo que supone el primer crecimiento por debajo de los dos dígitos en la última década. Para paliar esa caída el plan del Consejo de Estado contempla reducir a la mitad el impuesto aplicado por la compra de un automóvil de menos de 1,6 litros, fijándolo en el cinco por ciento hasta el 31 de diciembre.
Desde marzo próximo y hasta final de año, el Gobierno prevé además destinar 5 000 millones de yuanes (555 millones de euros) en subsidios para que los campesinos chinos renueven su parque de camionetas y vehículos de tres ruedas de hasta 1,3 litros.
El plan también anuncia medidas para apuntalar la industria siderúrgica, sacudida, entre otros motivos, por el fin del "boom" inmobiliario, si bien no ofrece datos específicos y advierte también de que se evitará la expansión excesiva de fabricantes de una industria que ha pecado a menudo por la insuficiente calidad de su producción.
De acuerdo con el comunicado emitido por el gabinete chino, las medidas "son decisivas para promover el desarrollo estable y rápido de estas industrias", luego de que Beijing anunciara en noviembre una inversión de 4 billones de yuanes para estimular la economía y la demanda interna, aun cuando este impulso no afectará su política de protección medioambiental.