Ford 1929: ¡Acabadito de salir de la Fábrica!

Creado: Dom, 23/03/2014 - 15:46
Créditos
Jorge Esténger Wong
Ford 1929: ¡Acabadito de salir de la Fábrica!

Cuando los cubanos hablamos de playas, Varadero es un referente obligatorio. Cualquier otra ”se parece“ o ”es casi igual“, pero ninguna iguala esa privilegiada península, ubicada a unos 150 kms de La Habana. Allí estaba Iván Mesa cuando, entre chapuzón y chapuzón, su nieta exigió un flotador para poder llegar ”hasta donde está abuelo“. 

Con esa deferencia que solo los abuelos poseen, salió a buscar uno. Ya de regreso -con el flotador, por supuesto- la casualidad puso en su camino un destartalado Ford A 1929, con un extraño karma que le prendó al instante.  Fue tan fuerte el impacto que negoció su compra y, en compensación por el flotador, dejó a su yerno encargado de toda la operación, incluido el traslado a La Habana. Claudia Mesa, su hija, atesora todos los detalles de esta apasionante aventura y es ella quien nos relata cada episodio. Veamos.

Una vez llegado el fotingo al costero reparto de Santa Fe, al oeste de La Habana, pocos creyeron posible hacerlo andar. Pero Iván ya veía otras posibilidades, su trabajo como Representante en Panamá de una transnacional española de marina flotante, le facilitaba información y acceso a opciones de piezas y agregados.  

Así, comenzó por aglutinar un buen ”team“ de expertos operarios para restaurar, hasta el mínimo detalle, el vetusto Ford.  Francisco y Tomasito, vecinos que no debo dejar de mencionar, prestaron su casa para los trabajos.  Allí, Angel Manuel ”el Pili“ comenzó toda la reparación de chapistería, incluido chasis y carrocería.  Su trabajo era esencial, la base para que Iván ”el bolo“ lograra una excelente pintura y los restauradores y tapiceros hicieran también lo suyo. 

Mientras, los mecánicos Rogelio, esposo de nuestra colega Ana Gómez, y Carlín pondrían al ciento por ciento cada sistema del auto.  Se recopilaron partes y piezas de todas las formas posibles. Algunas, provenientes de otros Ford A desguazados en Cuba, otras fuera de Cuba, e incluso el Radiador fue localizado en una búsqueda por Internet nada menos que… ¡en Japón!  Poco a poco, se desarmó el Ford 1929 literalmente hasta los tornillos, para volverlo a armar desde cero, con elementos nuevos, o en perfecto estado. 

Nuevos pistones, aros de pistón, múltiples de escape y admisión y muchos otros, que harían interminable esta lista.  Mención aparte merece todo lo referente a la ”imagen“ del auto.  Fue posible encontrar -y adquirir- todos los elementos ornamentales: faros, careta frontal, manillas, los cristales se hicieron templados para mayor seguridad (en 1929 aún no existían), y hasta el mismísimo ventilador del salón, el cual funciona por admisión, y se incorporó en los Ford en 1914, hace ya cien años.



El resultado de esta exquisita labor pude apreciarlo personalmente cuando conduje, por algunos centenares de metros, el increíble carrito.  Ya tenía una experiencia anterior que apareció en Excelencias, en Octubre de 2010.  Ahora, las diferencias son considerables.  Se puede estar bastante seguro que así debió resultar conducir uno de estos autos, allá por 1929.  La agilidad, maniobrabilidad, el ajuste absoluto de las partes, sin un crujido, son increíbles. Mi editor tendrá un problema para escoger las fotos que ilustraran estas líneas, ninguna podrá mostrar esa sensación única, un verdadero privilegio para quien lleva años reseñando autos clásicos.

Créditos
Jorge Esténger Wong