Vivir en plataformas marinas

Creado: Mar, 18/04/2017 - 15:14
Créditos
Ana París
Vivir en plataformas marinas

Cada vez son más las plataformas marinas, para explotación petrolífera, para investigación y hasta para defensa. Es importante para nosotros extraer el petróleo con el que funcionan nuestros motores.

La plataforma rusa Berkuk es una de las mayores, pesa 200 t, produce unas 5 millones de toneladas de hidrocarburos por año. Puede soportar olas de hasta 18 m, temperaturas extremas y terremotos de 9 puntos en la escala Richter

La vida a bordo de estas instalaciones es dura, los empleados de extracción y construcción trabajan al aire libre, frío lluvia, sol y nieve, los geólogos, ingenieros y administrativos al menos en sus oficinas. Allí se trabajan dos semanas a ochenta horas semanales, y se descansan veinte días en tierra.

Los ingresos son muy lucrativos, pero emocionalmente el aislamiento, el hacinamiento, desordenan la mente. Por todo ello las empresas petroleras dan a sus empleados la mejor calidad de vida que puedan, en estos lugares se trata de tener sauna televisión, telefonía vía satélite, videotecas, internet, gimnasio.

Así que la dureza de un trabajo tan exigente se compensa de muchas maneras, buen salario, muchas vacaciones, y ratos de ocio de primer nivel.

Los empleos más pedidos son camarero, cocinero, ayudante de cocina, mecánico, electricista, buzo, peón, perforador, pintor, soldador, marinero.

La mayoría funcionan con el sistema de posicionamiento dinámico, con movimientos de traslación y de rotación sobre sus ejes longitudinal, transversal y vertical.

La vida en otra plataforma, que antiguamente fue una de las fortalezas marinas Maunsell, construidas por Inglaterra durante la 2GM para defensa, en una de ellas en 2005, el artista Stephen Turner pasó seis semanas viviendo solo para explorar cómo cambia el ser humano en el aislamiento.

En otra de estas torres abandonadas por el gobierno inglés, en los años setenta, la torre Maunsell conocida como Roughs Tower, hospedó a una familia británica que la reclamó para sí, llamándola el país más pequeño del mundo, con una monarquía hereditaria, sus propios pasaportes, su propio rey.

En derecho internacional todo lo que debe conformar un estado, está presente en Sealand, aun no logra reconocimiento oficial, pero es bien conocida internacionalmente esta micronación de unos 30 habitantes, con guerras y presos políticos en su corta historia. Una plataforma abandonada ha terminado siendo Sealand, el país más pequeño del mundo. 

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Ana París