El excepcional Pontiac Fiero

Creado: Lun, 17/02/2020 - 15:37
Créditos
Jorge Esténger Wong
Pontiac Fiero

El Pontiac Fiero marcó una diferencia en el mercado estadounidense de los ochenta. En otra compañía tal vez hubiera sobrevivido, pero en GMC, el Fiero nació sentenciado.

La idea del Pontiac Fiero rondaba en desde hacía años. No era mala, pero General Motors Company (GMC) siempre ha entendido que el lugar de un coupe deportivo biplaza está ocupado de forma sólida por el Chevrolet Corvette, y no le falta razón.

La Génesis del Pontiac Fiero

La oportunidad llegó con la crisis petrolera de fines de los 70, cuando los ingenieros presentaron una versión “de bolsillo” para respaldar al mítico Corvette, pero colocado fuera de Chevrolet, en otra división.

La piedra sagrada de todo el proyecto serían los costos reducidos: lograr un auto económico y atractivo. Se decidió rodear al modelo de un aura exótica, con una arquitectura que rompiera los cánones “americanos” tradicionales. Pontiac no ofrecía un coupe deportivo biplaza desde 1938 y este, además, tendría el motor colocado en posición central, para ser el primer automóvil de producción en serie estadounidense con este esquema. Y se escogió Pontiac para colocar el nuevo modelo.

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Para remarcar tanta singularidad, los de GMC buscaron un nombre que reflejara la personalidad que tendría el vehículo. Consideraron varios, hasta escoger Fiero, por la sensación de vértigo asociada a la deportividad latina.

El proyecto lo condujo el ingeniero Aldikacti Hulki, de origen turco, quien batalló contra viento y GMC para sacarlo adelante. La llegada de un nuevo manager a Pontiac en 1980, William Hoglund, acabaría de allanar el camino.

El Fiero tendría una imagen revulsiva, pregonando su carácter por cada esquina de su carrocería.  Luego, se complementaría con características consideradas muy avanzadas entonces, como los paneles de la carrocería de plástico, con un marco separado de acero y recubierto con paneles de plástico.  Por último, habría faros escamoteables y bocinas de audio en las cabeceras de las butacas delanteras.

Pontiac Fiero

Pontiac Fiero a la hora de la verdad.

El problema vendría luego, al arrancar el motor y salir al asfalto.  Luego de tanta imagen, nombre agresivo y arquitectura radical, el “hardware” del auto no estaba a la altura. 

El estricto presupuesto impondría condiciones, pues los milagros no existen: 2+2 son 4.  Y ese fue el motor con que se tuvo que conformar el Fiero: el 4 en línea Iron Duke.  Este fue un motor de 1977, diseñado para girar a bajas rpm, en los modelos económicos de GMC. Tenía 85 CV de potencia, 2.5 litros de desplazamiento y era pesado, con tapa y block de hierro. 

Luego, seguirían los despropósitos, pues GMC colocó dentro del Fiero componentes ya desarrollados para otros modelos, todos de bajo rendimiento.  Nada escapó a esta practicidad inapelable: suspensión, transmisión, frenos, dirección y hasta neumáticos llegaron desde todos los rincones de la compañía. 

Resultado y …ventas.

El paquete final era una envoltura preciosa con un montón de viruta dentro, agravado porque al comprar un biplaza de motor central lo vamos a pisar fuerte, esperando una respuesta adecuada.  El Fiero no podía cumplir eso. Peor aún, sufría en esas condiciones y las roturas y desperfectos se acumularon con el tiempo.  En cinco años el proyecto estaba agotado y relanzarlo implicaba un desembolso extraordinario.

De cualquier forma, la imagen y el criterio vendieron bien.  El impacto inicial del Pontiac Fiero fue tremendo, dándole algo de razón a los estrategas de GMC al ser elegido –por encima del Corvette- Pace Car de las 500 Millas de Indianápolis de 1984.  La planta de Michigan mantuvo tres turnos de trabajo y logró vender más de 370 000 unidades. 

Fotos: Wikipedia.

Créditos
Jorge Esténger Wong

Sobre el autor

Graduado de Ingeniería Mecánica Automotor en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría (I.S.P.J.A.E.), en 1987.  Ha desarrollado toda su vida laboral dentro del sector automotriz. Ha colaborado de manera ininterrumpida, desde 1987, en diferentes publicaciones dedicadas al transporte –y en específico al automovilismo- entre las que se encuentran las revistas Transporte y Sendas, ambas adscritas al Ministerio de Transporte de Cuba. Es fundador de nuestra publicación, desde su número piloto, y ha colaborado en otras publicaciones del Grupo Excelencias.