¡Magnifico! Así luce este Buick Convertible 1940

Creado: Mar, 11/02/2020 - 15:29
Créditos
Jorge Esténger Wong
Buick convertible 1940

Con apenas 21 años, Aldenis García es propietario de uno de los autos más singulares de La Habana: un Buick Convertible 1940. Esta es la historia.

Crecer en la barriada de Buenavista, al noroeste de La Habana, es nutrirse de tradiciones. Los autos clásicos son ya un rasgo de cubanía, y Ardenis lo lleva en su sangre. Creció entre «cacharreros» —como llamamos en Cuba a esos artífices, mitad mecánicos, mitad magos, que logran el milagro de hacer funcionar estos automóviles como si estuviesen nuevos— y aprendió de ellos lo bueno y lo malo.

Por eso, en cuanto tuvo oportunidad quiso tener su «almendrón», pero no uno cualquiera.  Siempre le gustaron los convertibles por su elegancia incomparable y la sensación de libertad y aventura que brindan, así que, ayudado por varios amigos con experiencia, comenzó a buscar el auto de sus sueños. Confiesa que al principio, se sintió un poco perdido: le gustaban todos.

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Buick Convertible 1940 lateral

Entre las opciones que descubrió le pasó inadvertida la más interesante: un Buick 1940. Las fotos que encontró no le hacían favor pues su estado, aunque no era malo, era mediocre. La pintura no le favorecía y faltaban detalles importantes en cintillos, placas de marca y otros adornos similares.

Por suerte, su grupo de «asesores» le avisó a tiempo. Uno de ellos, alcanzó a distinguirlo entre las fotos que Ardenis llevaba en su móvil y así, casi por azar, saltó al momento: ¡ese, ese es el carro que te conviene!

Buick Convertible 1940

Juntos contactaron al dueño y fueron a verlo. Allí, Ardenis terminó de convencerse. El auto funcionaba y su potencial era apreciable. Por supuesto, había trabajo por hacer, pero tampoco era demasiado. Comenzó entonces la tarea de mejorar lo que el tiempo había perdonado.  Primero fue la tapicería, la cual fue sustituida por completo.  Luego tuvo su turno la carrocería y, al no ser necesario repararla, toda la atención se enfocó en la pintura, dejando el auto «en la lata», como decimos en Cuba. Esto significa que se remueve toda la pintura, dejando el metal de la carrocería al desnudo.

Así, es posible apreciar cualquier detalle de óxido o abolladura y repararlo, para luego aplicar capas de antioxidantes y pinturas de acabado. Explicado en dos renglones parece fácil, pero lleva días de trabajo, casi todo manual. Antes fue necesario «enmascarar» lo más posible la modificación que en algún momento anterior le hicieron al parabrisas, cuando redujeron la altura del marco, descompensando su posición respecto a la capota, cuyo mecanismo de cierre original se había perdido en el tiempo. 

Se incorporó un sistema eléctrico para accionar la capota, devolviendo su capacidad de funcionamiento, ante la imposibilidad de encontrar el sistema original. Luego se restauró el timón, que estaba en muy mal estado, y completaron los cintillos y algunos logos de marca. 

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Aún persisten detalles como la defensa delantera donde será necesario hacer precisiones. La que hoy tiene el auto —y vemos en las fotos— corresponde a un modelo 1941, con el soporte central ofreciendo un de marco para la matricula. La de 1940 solo llevaba un tercer pilar central.  Esto, junto a la parrilla frontal, eran las mayores diferencias estéticas entre ambos años. La parrilla de 1941 era más ancha, enteriza y completamente niquelada.  En 1940 existe el pequeño pilar central, en color de la carrocería, que apreciamos en las fotos, y la divide en dos.

La parte mecánica fue indulgente con Ardenis. El motor, un clásico por sí mismo, no ha necesitado reparación.  Se trata del ocho cilindros en línea que Buick mantendría en producción hasta 1952. Encontrar hoy uno funcionando es un privilegio extraordinario, sobre todo como lo hacemos en Cuba, donde estos autos no se mantienen durmiendo en un garaje esperando la próxima exhibición, sino que circulan a diario. Luego se repararon los frenos, los cuales se mantienen originales, y se cambió la caja por una proveniente de un Chevy 1972 y el diferencial por uno de Buick 1954.

Buick convertible 1940 interior

Poco a poco los resultados ya son apreciables. Hoy, este Buick luce espectacular gracias al esfuerzo y criterio de un joven que, a pesar de su corta edad, valora el legado de estos autos.  En su caso reviste mayor importancia pues probablemente este sea el único ejemplar de su clase en Cuba y Ardenis, según pudo comprobar al inscribirlo a su nombre, su tercer dueño.

BUICK 1940 CONVERTIBLE

El año de 1940 fue excelente para Buick, con 278 784 autos vendidos, un 34% más que el año anterior. Se hizo «viral» la carrocería tipo torpedo que ofrecía un impacto visual increíble. En motores se emplearon los míticos 8 en línea: uno de 4 litros con 107 CV y otro de 5,2 litros con 141 CV. 

Créditos
Jorge Esténger Wong

Sobre el autor

Graduado de Ingeniería Mecánica Automotor en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría (I.S.P.J.A.E.), en 1987.  Ha desarrollado toda su vida laboral dentro del sector automotriz. Ha colaborado de manera ininterrumpida, desde 1987, en diferentes publicaciones dedicadas al transporte –y en específico al automovilismo- entre las que se encuentran las revistas Transporte y Sendas, ambas adscritas al Ministerio de Transporte de Cuba. Es fundador de nuestra publicación, desde su número piloto, y ha colaborado en otras publicaciones del Grupo Excelencias.