El primer automóvil de la historia se llamó “carreta a vapor”

Creado: Jue, 23/05/2019 - 08:00
Autor: Excelencias de…
El primer automóvil de la historia se llamó “carreta a vapor”

Aunque nunca funcionó del todo, la carreta a vapor fue el primer automóvil de la historia. Se construyó en 1769 para transportar cañones ¡y todavía existe!

En el año 1769, Nicolas-Joseph Cugnot construyó el primer modelo de su fandier à vapeur, que del francés al español significa carreta a vapor, un invento que mirado de cerca puede ser catalogado como el primer automóvil de la historia… o al menos el tatarabuelo de los autos actuales.

El primer automóvil de la historia

Mucho antes de que en 1886 apareciera el Benz Patent Motorwagen, el primer coche en tener un motor de combustión interna, Cugnot probó suerte… y falló.

Su carreta tenía dos ruedas en la parte trasera y una en la parte delantera, y colgando delante de ella había una enorme caldera que se utilizaba para generar el vapor necesario para que todo funcionase.

El mecanismo de acción era una rueda dentada que funcionaba alternativamente desde cada uno de los cilindros de vapor, y actuaba directamente sobre la rueda delantera, que está equipada con segmentos estriados. Las bielas de metal, las ruedas dentadas y los cilindros parecen ser de fabricación moderna, pero la caldera, la estructura y las ruedas son ciertamente originales.

El “tanque de combustible”, si es que podría ser llamado, era una canasta de mimbre para sostener los leños de madera quemados y colgaba debajo del único asiento que tenía. El vehículo se manejaba con una especie de timón a dos manos. Una barra larga permitía al conductor regular el vapor que salía de la caldera y de esa manera controlaba la velocidad del carro.

El primer automóvil de la historia en un museo

El resultado final era una mole de hierro de más de dos toneladas, y que apenas alcanzaba los 5 kilómetros por hora, luego de alimentarlo 45 minutos con un buen suministro de madera. Su objetivo era transportar cañones en campaña, pero al final Cugnot no pudo hacer que se utilizase, aunque intentos no le faltaron.

El inventor intentó hacer nuevos prototipos en al menos otras dos ocasiones, en 1771 y 1801, ambos infructuosos. Pero fue el primigenio el que mayor realce alcanzó; un premio al esfuerzo y la inventiva.

Y como dijimos, la carreta de vapor de 1769 todavía se conserva. El gobierno francés lo tuvo hasta 1800, cuando lo entregó al Conservatoire national des arts et métiers, una universidad centrada en la ingeniería. Esa escuela estableció un museo, el Musée des Arts et Métiers, donde puedes encontrar el fardier à vapeur de Nicolas-Joseph Cugnot.

Tomado de: es.gizmodo.com

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