¿Sabe Ud. la cantidad de neumáticos que anualmente se desechan o quedan fuera de uso? ¿A dónde van a parar? ¿Pueden tener otro destino o una segunda oportunidad?
Miles de toneladas van a parar a vertederos y menos de un 40 % son aprovechados. Cuando un neumático ha finalizado su vida útil puede ser reutilizado y transformado en algo diferente a su misión inicial. Los resultados son de gran impacto medioambiental y social.
Del material extraído al reciclarlos se obtiene acero, fibra textil y caucho en forma de gránulos. Este último se emplea en el relleno de campos de fútbol de hierba artificial, en la fabricación de suelos resistentes para pistas de atletismo, parques infantiles o para el asfalto de carreteras. También son utilizados en suelas para calzados, juntas de motores, soluciones para jardinería, decoración o fantásticas instalaciones donde los niños disfrutan, desarrollan habilidades sicomotrices, sociabilizan y gastan energía.
Con pocos recursos, materiales como madera, sogas y algo de pintura se colocan las gomas estratégicamente o se combinan para recrear coches diminutos, columpios, túneles, zonas de sombra y tirolinas. De esta forma los chicos pueden trepar, saltar obstáculos, deslizarse, tantear su equilibrio y echar a volar su imaginación.
Varias compañías colaboran en la creación de parques ecológicos, tal es el caso de Bridgestone que desde el 2012 ha construido más de 36 en Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Nicaragua y Panamá.
Por su parte Renault con su proyecto “Neumáticos que dejan huella” patrocinó un parque, en una escuela de Aranjuez, pionero en unificar diversión y eficiencia. Los columpios creados tienen un alternador que transforma la energía cinética en energía eléctrica con la que se alimenta el sistema de riego por goteo y el hilo musical de la cápsula sonora.
Iniciativas como estas deben repetirse por el mundo y de esta forma contribuir a que los neumáticos dejen una huella positiva en el planeta.
