
«El Corso», como le llaman, asegura que lleva toda la vida montado sobre su moto, una británica BSA 650 del año 1956 que heredó de su padre, único propietario. Por eso, a la hora de «jugar» con ella y medirse en las competencias de habilidades probablemente sea el campeón absoluto.
Así lo evidenció en el Segundo Salón Excelencias del Motor, donde fue imparable sobre su motocicleta. «Llevo bastantes años ganando, nací arriba de ese moto, que era de mi papá y ya tengo 50 años», comenta.
Eduardo Corso, cuyo apellido se ha impuesto como seña identificativa, comenzó a probarse en las habilidades a la edad de 12 años, cuando empezó a montar bicicletas y un año después inició en los juegos. «Ese ha sido mi hobby de toda la vida».
Tras varias décadas de práctica, Corso asegura que si él no está, todos lo esperan. He perdido, por supuesto, se me ha apagado la moto, pues para poderlo hacer los motores deben estar en excelente estado, agrega.
Él fue un hijo orgullo y se ha encargado de que sus hijas prosigan el legado, pero más allá de lo familiar trata de enseñar a quien se encuentre dispuesto a aprender y a divertirse.
La vida es más agradable sobre su BSA, por ello la cuida con recelo: «Poseo la propiedad de mi padre y la moto está exactamente igual a como era cuando yo nací, nada le he cambiado, sigue siendo negro y cromo, como cuando salió de la fábrica».
«Que haya que pasarle la mano, sí, pero lo que es originalidad y, en la medida de lo posible, el buen estado así se mantiene: buen cloche, buena aceleración, buena mecánica, todo lo que lleva para poder hacer ese tipo de habilidades», afirma.
Para el campeón es básico: «La moto es de la familia. No se vende».
Fotos de: Maykel Espinosa