
En el mundo de los superdeportivos, nombres como Ferrari, Lamborghini o McLaren dominan las portadas. Sin embargo, a mediados de la década de los 2000, un pequeño fabricante alemán puso patas arriba el sector con una máquina radical, pensada más para el circuito que para el paseo por Mónaco.
Hacemos la historia del Gumpert Apollo, un coche que nació con el propósito de ser el superdeportivo definitivo, logró récords espectaculares y acabó marcando una época…
El origen: de Audi Sport a su propia marca
El responsable de esta obra fue Roland Gumpert, ingeniero alemán que durante años trabajó en Audi Sport y estuvo directamente implicado en el desarrollo de los míticos Audi Quattro de rally. Tras su etapa en la marca de los cuatro aros, decidió embarcarse en un proyecto propio: construir un coche que combinara la fiabilidad alemana con un rendimiento radical, capaz de humillar a cualquier rival en pista.
Así nació en 2004 el Gumpert Sportwagenmanufaktur, y con él, el Apollo. Un superdeportivo que no buscaba ser bonito ni lujoso, sino eficaz, aerodinámico y brutalmente rápido. Fue un proyecto bastante rápido, pues en apenas un año tenían listo el primer modelo a escala, después dos prototipos para finalizar la fase de producción y en octubre de 2005 comenzarían a fabricarlo.

Con una carrocería de líneas extremas, un frontal bajo y un enorme alerón trasero fijo, su aspecto estaba más cerca de un prototipo de Le Mans que de un coche de calle. Esa estética tenía una razón de ser: la aerodinámica. Según la propia marca, el Apollo era capaz de generar tal carga aerodinámica que, en teoría, podría circular boca abajo en un túnel a más de 300 km/h.
El chasis tubular de acero y la carrocería de fibra de carbono aseguraban una rigidez sobresaliente y un peso contenido, lo que permitía sacar todo el partido a su motor. Rápidamente comenzaron a llegar las primeras evaluaciones con la coincidencia de que todas eran buenas. Había nacido un superdeportivo en toda regla que podía luchar de tú a tú contra los más grandes.
Motor y prestaciones de récord
Bajo el capó, el Apollo montaba un V8 biturbo de 4.2 litros de origen Audi, con diferentes niveles de potencia: desde los 650 CV de la versión básica hasta los 800 CV del Apollo Sport. Iba ligado a una transmisión secuencial CIMA y las sensaciones eran del todo radicales. Las cifras hablaban por sí solas:
- 0 a 100 km/h en 3,1 segundos
- 0 a 200 km/h en 8,9 segundos
- Velocidad máxima superior a 360 km/h
- Peso de 1.100 a 1.200 kg
En 2009, el Gumpert Apollo Sport se convirtió en el coche de producción más rápido en el programa Top Gear, con un tiempo de vuelta de 1:17.1, superando a pesos pesados como el Bugatti Veyron. Ese récord lo catapultó a la fama mundial y reforzó su aura de superdeportivo sin concesiones.
En 2013, la compañía Gumpert Sportwagenmanufaktur se declaró en bancarrota. La falta de inversores, junto a un catálogo muy reducido y un posicionamiento demasiado exclusivo, acabaron por hundir el proyecto.
