Calle Obispo, la más transitada de la ciudad colonial

Creado: Dom, 29/10/2017 - 22:03
Créditos
Por Leonel Nodal, especial para Excelencias del Motor
Calle Obispo, la más transitada de la ciudad colonial


Marcada como límite sur de la Plaza de Armas, cuando todavía San Cristóbal de la Habana era un caserío, la trazaron como eje que corre de este a oeste, desde la Avenida del Puerto hasta la calle Monserrate.

Con el paso del tiempo, la pujante ciudad asentada al pie del estratégico Puerto Carenas, abrigo de las flotas españolas y poseedor de importantes astilleros, se convirtió en codiciada plaza para corsarios y piratas.

Tras la construcción de la muralla de protección que completó las defensas de la villa, edificada entre 1697 y 1707, la estrecha y sombreada arteria, quedó enmarcada entre la Puerta de Monserrat, que daba acceso al territorio extramuros, y el Muelle de Caballería, cercano a la actual terminal de cruceros.

Junto con la calle O’Reilly, que corría paralela al otro lado del Palacio de Capitanes Generales, Obispo se transformó en vía privilegiada de acceso a la Plaza de Armas y asiento de una extensa red de los mejores comercios y tiendas de la ciudad.

Edificios públicos, bancos, restaurantes, famosos bares y salones de fiesta, hoteles, boticas y residencias de notables otorgaron distinción a la estrecha y sombreada calle, que recorrían los más vistosos coches y volantas.

Historiadores de la ciudad conservan como valioso  testimonio las observaciones legadas por el  viajero norteamericano Samuel Hazard, quien en su obra ”Cuba a pluma y lápiz“, editada en Nueva York en 1871, escribió:

”Llegamos a la calle Obispo. Ved el cuadro de vida y movimiento que se ofrece. Ésta es una de las calles más animadas de la ciudad, donde se hallan los establecimientos más atrayentes, en toda su extensión, hasta fuera de las murallas de la ciudad, de la que se sale por la Puerta de Monserrate; el otro extremo de la calle está en el muelle de Caballería, en la bahía. Jamás se cansa uno de recorrer esta calle“

Exactamente esa es la impresión que uno tiene hoy al ver el ir y venir de los visitantes, que junto a los habaneros, se recrean en sus bares animados por grupos de música tradicional, mientras gozan comidas y bebidas típicas.

En la Plaza de Alvear, a la entrada de la antigua Puerta de Monserrat, por donde se accede viniendo del Parque Central, los viajeros se encuentran con el Floridita, el bar-restaurante que ganó fama mundial por el famoso Daiquirí, el coctel preferido por su asiduo cliente, el escritor norteamericano, Ernest Hemingway, quien dio nombre a su propia receta.

Residente permanente entre 1932 y 1939, en la habitación 511 del quinto piso del Hotel Ambos Mundos, situado en la esquina de Obispo y Mercaderes, el Premio Nobel de Literatura escribió aquí su novela ”Por quién doblan las campanas“.

Según cronistas, la calle Obispo debe su nombre al uso popular, que lo impuso por encima de otros 46 intentos de cambiar su denominación, en homenaje a dos de sus vecinos ilustres, los obispos Fray Jerónimo de Lara y Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, quienes residieron aquí en épocas diferentes.

Desde finales del siglo XIX y principios del XX se  levantaron monumentales edificios públicos que modificaron la arquitectura colonial.

Entre los más sobresalientes figura el Edificio Horter 115, ubicado entre Oficios y Baratillo, que se terminó en 1917 y sirvió de sede a la embajada de Estados Unidos hasta finales de la década de 1950.  

El inmueble alberga hoy la Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena y el Museo de Ciencias Naturales Felipe Poey.

Decenas de detalles semejantes mueven a los miles de visitantes extranjeros que arriban a La Habana en su afán de conocer la ciudad, su gente y su historia y descubren un apetitoso muestrario en una sola calle, la del Obispo, ”donde uno lo encuentra todo“.

Créditos
Por Leonel Nodal, especial para Excelencias del Motor