Cuando Toyota presentó el MR2 Turbo en 1991, la firma japonesa dejó claro que no se trataba de un simple ejercicio de estilo, sino de un proyecto concebido para demostrar la capacidad de la marca en ingeniería deportiva pura.
La segunda generación del MR2, conocida internamente como SW20, ya había debutado meses antes, pero fue con la llegada de la versión Turbo cuando el concepto alcanzó su forma definitiva: un deportivo compacto, de motor central y temperamento afilado, capaz de rivalizar con máquinas de mayor cilindrada y precio.
El proyecto del MR2 Turbo fue liderado por ingenieros que habían trabajado directamente en los programas de competición de Toyota. Su misión era clara: ofrecer un deportivo accesible con una dinámica auténtica y sin artificios. La presentación oficial de la variante sobrealimentada se convirtió en noticia internacional por una razón contundente: Toyota había instalado en este ligero chasis de 1,260 kg un motor 3S-GTE, un cuatro cilindros turboalimentado, que entregaba 200 hp y 260 Nm de par para el mercado estadounidense. La potencia se enviaba exclusivamente al eje trasero mediante una transmisión manual de cinco velocidades, creando una receta que, aún hoy, despierta respeto.
Mecánicamente, el MR2 Turbo 1991 se distinguía por una puesta a punto más firme, un sistema de frenos mejorado y una respuesta más inmediata del turbocompresor CT26. Su diseño no era solo estético: las amplias tomas laterales alimentaban el intercooler y el motor central transversal, mientras que el alerón trasero —característico de los modelos Turbo— aportaba estabilidad a alta velocidad. Los faros escamoteables, la silueta afilada y el techo T-top opcional reforzaban su carácter de deportivo japonés de la “edad dorada”.
Pero el MR2 Turbo también ganó fama por su comportamiento exigente. Su reparto de pesos, combinado con la entrega abrupta del turbo, dio lugar al apodo “Snap Oversteer”, un rasgo que obligaba al conductor a tomarse el coche en serio. Toyota refinó esos aspectos con el tiempo, pero en 1991 el MR2 Turbo ya era un coche para entusiastas experimentados.
Hoy, el MR2 Turbo 1991 es considerado un ícono. Representa una época en la que Toyota apostó por la ingeniería sin restricciones, ofreciendo un deportivo de talla mundial, genuino, puro y adelantado a su tiempo. Su legado perdura como uno de los deportivos japoneses más respetados y deseados de los años noventa.
