En la actualidad las compañías buscan acercar sus plantas de producción a los mercados donde venderán sus productos, algo que todos comprendemos. Hace 105 años esto era mucho menos común y solo unos pocos visionarios se daban cuenta de su importancia. Alemania produce, desde siempre, los mejores autos del mundo.
Así, no hay que sorprenderse que sus automóviles fueran codiciados en América desde época tan lejana. Pero los gastos de transporte y los derechos de aduana los hacían carísimos (¿hoy no lo son?) y Daimler-Motoren-Gesellschaft se enfrentó al problema produciendo un coche en Nueva York: el "Mercedes Americano". He aquí su historia.
Gottlieb Daimler fue un hombre de visión. No solo por su invención del motor de combustión interna, sino también supo apreciar la posibilidad de introducirlo en diversos países. Enfocó sus ambiciones hacia los EE.UU. y ya en el año 1876, su amigo, el diseñador por excelencia, Wilhelm Maybach había conocido a William Steinway, director de una compañía en Nueva York que producía instrumentos de teclado, siguiendo las tradiciones de sus antepasados alemanes. Steinway conoció a Gottlieb Daimler en el año 1888, durante una estancia en Alemania. Sus conversaciones daban vueltas al mismo tema: la producción en América, bajo licencia, de motores Daimler.
A su regreso a América Steinway consiguió realizar sus proyectos. El 29 de septiembre de 1888, se fundó la Daimler Motor Co. con sede en Long Island, Nueva York, inicialmente para producir motores de gas y petróleo para aplicaciones fijas y marinas. Los primeros años no fueron nada fáciles, pero a partir de 1895 el número de pedidos que les llegaban aumentó regularmente. Los dos empresarios empezaron a considerar la posibilidad de poner en marcha la producción de automóviles en América. Daimler tenía mucho interés en desarrollar mercados nuevos para sus vehículos, y Steinway creyó que había un futuro brillante para el automóvil. Ambos acertaron.
El ”Mercedes Americano“ era básicamente una reproducción del Mercedes 45 CV. Se presentó en el salón de Nueva York en enero de 1905 causando gran revuelo y dejando claro la viabilidad del proyecto. Se entregó el primer vehículo en 1906, al precio de $7.500. Les llevó treinta años concebir la idea y llevarla a la práctica, algo lógico de la época. Cómo ven lo que parece un hecho sencillo, tiene una larga historia.