Jaguar MKII 1959, el carro del Presidente

Creado: Lun, 04/10/2010 - 01:18
Créditos
Jorge Esténger Wong
Jaguar MKII 1959, el carro del Presidente

Un Jaguar de cualquier época es un automóvil que cautiva, pero si se trata de un modelo de 1959 entonces nuestro interés será mucho mayor. Exactamente eso le sucedió a Alberto Gutiérrez Alonso, cuando vio por vez primera a este magnífico coche en una de las exhibiciones de la Escudería de Autos Antiguos ”A lo Cubano“, de la cual es, actualmente, su Presidente.

Corría el año 2003 y Alberto asistía con su Land Rover a una de las actividades regulares de la Escudería en el insigne Cabaret Tropicana, en Ciudad de la Habana.  Allí sería su primer encuentro con el Jaguar MKII 1959, el cual su dueño acababa de incorporar a la Escudería. La exuberancia del lugar, junto a la regia imagen del auto, serían demasiado para él, y cayó subyugado irremediablemente: en ese momento supo qué haría todo lo posible por adquirir el vehículo.

Con algo de pesar se dio a la tarea de vender su vetusto Land Rover y, a su vez,  interesar a los dueños del magnífico Jaguar para lograr su adquisición. No resultó sencillo, pero mantener un automóvil de estas características resulta difícil, sobre todo si tenemos en cuenta de que en Cuba solo entraron 11 de ellos.  Esa fue, además, la cantidad de autos por año que importó Jaguar durante su década de permanencia en Cuba.

Podemos entender entonces lo difícil que puede resultar mantener y reparar uno de ellos, toda vez que una de las forma más recurrentes de encontrar piezas es rescatándolas de ejemplares que terminen en el desguace, pero con solo 11 unidades por año, y cincuenta años transcurridos, las posibilidades se reducen al mínimo.  Ese factor ayudó definitivamente a Alberto, pues los propietarios anteriores encontraban muy difícil lidiar con el magnífico automóvil.

Para el otoño de 2004, Alberto logró adquirir definitivamente el auto de sus sueños.  Durante los trámites logró enterarse que el auto había tenido tres dueños hasta ese entonces.   El primer dueño apenas conservó el vehículo por seis años, y lo vendió en 1965. A partir de ese momento, los sucesivos propietarios habían tratado de conservar el automóvil en las mejores condiciones posibles, lo cual no impidió el desgaste propio de los años.

Alberto, quien se declara como un fanático de los autos Jaguar y Porsche, de inmediato se percató de la necesidad de efectuar una reparación al motor. Sin embargo, en un primer momento sólo hizo lo necesario para mantener el auto funcionando y esperar a tener un conocimiento más exacto de los detalles del mismo. Fue así que el año pasado acometió una reparación más profunda del motor, quedando pendiente detalles de la carrocería que planea ejecutar antes del próximo verano.

El auto conserva intactas, además, muchas de sus características originales, siendo una de las principales sus frenos de discos en las cuatro ruedas, lo cual permitió a Jaguar importantes triunfos en competiciones de los años cincuenta, incluyendo las 24 horas de Le Mans.  Este exótico automóvil ha visto aumentar su carisma con los años, y es que en el caso del MKII, el lujo, el deporte, la habitabilidad y el sex-appeal se mezclaron perfectamente y, además, a un precio atractivo. Se entiende la veneración que lo rodea desde hace 50 años.

El Jaguar MKII fue la saga del primer MK de 1955, un auto con el cual la emblemática marca inglesa pasó al empleo de carrocerías auto portantes.  Los cambios fueron sutiles y, aunque las líneas generales, muy elegantes,  perduraron, el nuevo MKII era mucho más ”moderno“, sobre todo gracias al mayor empleo de cristales, al ensanchamiento de los trenes, delantero y trasero, y al nuevo y acertado diseño interior.

Muchos especialistas no dudaron en atribuirle el título de ”berlina más bella del mundo“.  Su aspecto recogido y felino transmitía una sensación de potencia elegantemente contenida y los cromados atraían la mirada sin ser excesivos. Mientras que Detroit inundaba el mercado de una modernidad mediocre, con sobredimensionadas aletas cromadas, y un desborde grosero de caballos de fuerza, Jaguar supo permanecer fiel a las líneas redondeadas, su buen gusto y mejor estilo, haciendo del MKII una asombrosa mezcla de tradicionalismo en su acabado y su línea; y audacia en su nuevo chasis y su mecánica de avanzada, liderada por los mencionados frenos de discos.

Hoy el Jaguar MK II de Alberto es parte inseparable de la familia. Su hijo le disputa ya el volante, y se revela como un entusiasta del automovilismo que, sin dudas, comparte la pasión de su padre por este soberbio automóvil.  En la Escudería ”A lo Cubano“ su imagen contribuye al prestigio que ya disfruta esta institución dentro del automovilismo en Cuba.
 

Créditos
Jorge Esténger Wong