Kolima, la carretera infernal

Creado: Vie, 16/12/2011 - 14:46
Créditos
Willy Hierro Allen
Kolima, la carretera infernal

Un camino sembrado de cadáveres con una tremebunda leyenda de maltratos, crímenes y suicidios, puede catalogarse como una carretera infernal. Así es la Autopista Kolima, mejor conocida como la ”carretera de los huesos“, en la Siberia rusa. Construida en los tiempos de la extinta Unión Soviética (1932/1953), está llena de horríficas historias referidas a una época ya desaparecida.

José Stalin (1879/1953), líder político de la ex-Unión Soviética, se propuso hacer de su país una de las potencias de este mundo y para ello requería de gran poderío militar e industrial, de medios de transporte y de sistemas de comunicación. En este último están las carreteras y una ellas fue la llamada ”ruta de los huesos“, de alrededor de 2 000 km de longitud que circula por la región de Siberia.

Es una zona agreste que en la primavera es barrida por intensas lluvias y en el invierno las heladas pasan los 40 grados bajo cero, pero rica en recursos naturales. Trabajar en un lugar así es todo un reto a la supervivencia y construir una carretera sobre la taiga es mucho más que eso. No obstante, la carretera de Kolima estaba en los planes y había que ejecutarla a toda costa y a cualquier costo.

Dicen que allí se enviaron a trabajar a aquellos desertores del régimen socialista y otros disconformes del sistema comunista. Esta región se caracteriza por sus condiciones tan extremas y a ello se deben las cruentas historias de los constructores (obreros en calidad de presos) helados en plena labor durante el feroz invierno o ahogados al ser arrastrados por los caudalosos ríos en el verano de lluvia torrencial.

De una u otra manera, el trabajo ejecutado allí produjo una buena cantidad de muertos, cuyo número no se sabrá jamás por la falta de transparencia de las autoridades de la época, lo cual dio motivo a especulaciones un tanto exageradas a mi juicio, pues se dice que los obreros caídos ”fueron tantos“ que sus huesos forman parte de la propia ruta, ya que no era posible darles honrosa sepultura a todos.

Esta tremebunda historia podría tener cierto tinte verídico: enterrar una persona en suelo congelado es inútil, la propia tierra lo saca a la superficie en la próxima helada. Lo mismo sucede si se sepulta cerca de una riada, cuyo curso desbordado, arrasa todo a su paso y vuelve a sacar los cadáveres. Lo que causa pavor es afirmar que dichos cadáveres se mezclaban con los materiales con que se hacía la carretera.

A esto hay que agregar otros relatos tanto o más espantosos, como que algunos reclusos cometían suicidio. Cuentan que reclusos, agotados por el frío, el hambre o desquiciados por los maltratos, se dejaban caer en el suelo helado hasta morir de frío o se lanzaban al torrente de los ríos crecidos por las lluvias del verano. Luego, unos y otros quedarían expuestos como macabros materiales en la ruta. 

Se conoce que comenzaron la construcción de la ”carretera de los huesos“, los presos políticos del campo de trabajos forzados Sevvostlag, en 1932, y que continuaron los reclusos del gulag hasta 1953. La mayoría de las narraciones son testimonios contados por los propios sobrevivientes. La carretera atraviesa el extremo oriente ruso y une las localidades de Magadán y Yakutsk.

Hoy la ”carretera de los huesos“ (o Kolima) se ha convertido en un reto para todos los aventureros: en autos, motos, bicicletas y hasta a pie. Tras la desaparición de la Unión Soviética, esta vía fue prácticamente abandonada (sin mantenimiento) y dio pie a otras anécdotas, como vehículos atascados por semanas, mujeres dando a luz sus bebés y uno que otro fallecido, ahora por stress.

El 25 de octubre de 2008, se informó que la carretera estaba en condiciones de uso, aunque no pavimentada.

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Willy Hierro Allen