Un Auto Único, una historia increíble

Creado: Lun, 26/10/2009 - 16:43
Créditos
Jorge Esténger Wong

Un raro vehículo de la marca Bugatti, que permaneció abandonado en un garaje durante medio siglo fue encontrado de manera fortuita, casi providencial. Un cirujano inglés, llamado Harold Carr, abandonó al parecer el Bugatti en su garaje de Newcastle (noreste de Inglaterra) tras haberlo comprado en los años cincuenta. Parece que la manutención de semejante cochazo escapaba incluso a los bolsillos de un hombre de su profesión.

En 2007, al morir Carr, su sobrino encontró el auto mientras limpiaba el garaje. Cautivado por la hidalguía del vehículo, un modelo 57S Atalante, realizó algunas investigaciones y descubrió el asombroso hecho de que ¡sólo se fabricaron 17 ejemplares de ese modelo! Indagando un poco en la historia de este raro ejemplar se pudo establecer que el mismo perteneció originalmente a un aristócrata británico amante de las carreras de bólidos llamados Earl Howe, quien fuera el primer Presidente del Club Británico de Automovilistas.

Howe compró el raro Bugatti en 1937 y fue su propietario durante ocho años. Tras haber pasado por otras manos, Carr lo compró en 1955 y lo usó durante varios años antes de aparcarlo en el garaje a principios de los años 60, donde permaneció hasta su muerte, como ya hemos narrado. Ahora su sobrino, un ingeniero de Newcastle que desea el anonimato, se apresta a no dejarlo enmohecer ni un minuto más y consciente de la imposibilidad de mantener un auto así se apresta a su venta, la cual realizará en pública subasta. Expertos predicen que alcanzará una cifra de venta récord, la cual podría rondar los 6,2 millones de euros (8,7 millones de dólares) cuando sea subastado en el salón del automóvil antiguo de París, el 'Retromobile', en subasta que será organizada en febrero por la casa Bonhams.

Debemos añadir a esta nota que a pesar del valor indudable de este auto ya en 2002 otro Bugatti, un Royale Type 41, alcanzó la cifra de 15 millones de dólares: Record absoluto para ese entonces, y solo existían ¡seis! de esas máquinas.

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Jorge Esténger Wong