Los hermanos Lainé, promotores del automovilismo habanero

Creado: Mié, 31/07/2019 - 12:25
Autor: Leonel Nodal
Automovilismo habanero

Dos hermanos franceses asentados en Cuba figuran entre los pioneros del automovilismo habanero por sus audaces iniciativas que hicieron historia.

Desde la entrada del primer automóvil a La Habana procedente de Francia, en 1898, se despertó en los hermanos Honoré y Dámaso Lainé su entusiasmo por los autos, pero su admiración se volcó hacia la marca estadounidense White.

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Honoré era veterinario y propietario de una plantación de caña de azúcar, mientras que Dámaso, doctor en Medicina, ganó notoriedad tras atender la difteria contraída por la hija del general Leonardo Wood, jefe del gobierno de ocupación militar que rigió la Isla entre 1898 y 1902.

Ambos hermanos se convirtieron en los primeros clientes de la agencia habanera de la White Sewing Machine Company, de Cleveland, Ohio, abierta por Silvester Scovel, un ex corresponsal del diario New York World durante la Guerra de Independencia.

A partir de 1902, los autos de vapor White dotados de motor trasero de 2 cilindros, tuvieron un aspecto más típicamente automovilístico, gracias a la carrocería de cuatro plazas, dirección de volante, un falso capó delantero e incluso guardabarros, un refinamiento para aquella época.

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El fabricante Rollin White comprendió la importancia de la participación deportiva y ya en 1900 hizo correr su primer prototipo en la Feria de Detroit, y en los 16 km del recorrido batió a todos sus adversarios.

Al parecer, los hermanos Lainé se inspiraron en el modelo de negocios de White.

Convencidos de las prometedoras perspectivas del negocio automovilístico en aquella Habana de principios del siglo XX, en la que poderosos y acaudalados se paseaban orgullosos en sus carros de motor, los Lainé abrieron en 1900 el primer taller de la capital.

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El flamante garaje, atendido por un mecánico profesional, estuvo situado en el número 28 de la calle Zulueta y ofrecía servicio de reparación completa de mecánica, arreglo de carrocería y pintura, así como suministro de gasolina para vehículos de todas las marcas.

Más tarde, compraron la agencia de Scovel y venderían los autos White como representantes de la compañía de Cleveland, dice Richard Schweid en su libro On the Road in Cuba.

En 1902 circulaban por La Habana apenas dos docenas de autos, en su mayoría europeos, según comenta Fernando López Ortiz, editor de la revista “El automóvil en Cuba”, que circuló entre 1916 y 1961.

Los autos norteamericanos todavía tenían poca aceptación, debido a los fracasos de los pocos ejemplares que habían entrado al país, entre ellos tres del embajador de Estados Unidos, Herbert Squiers, quien se quejaba de no encontrar uno en el cual pudiera confiar, relata Schweid en la obra citada.

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No obstante, el mercado cubano crecía por año y para 1903 los hermanos Lainé se animaron a organizar un primer desfile de exhibición o competencia amistosa, para festejar la fundación del Havana Automobile Club.

El Automóvil Club lo presidía el millonario Enrique J. Conill, propietario de un potente Mercedes 90HP, quien tendría un notable papel en el deporte del motor por aquellos años.

La competencia se desarrolló en el tramo de 40 kilómetros comprendido entre el puente de La Lisa y el pueblo de Guanajay.
En total participaron cinco automóviles, guiados por sus propietarios, casi todos acompañados por sus esposas y luciendo vistosos guardapolvos, gafas y gorras.

El ganador resultó el médico Dámaso Lainé, hermano del organizador, tripulando un Darracq (Francés), con un tiempo de 37 minutos en el viaje de ida. Fue el único corredor que no se hizo acompañar de su esposa como copiloto.

En 1910 ya circulaban por las calles de la capital cubana unos 4 000 vehículos motorizados y una “carrera” entre dos puntos de la Habana Vieja costaba 20 centavos.

Los hermanos Lainé cubrieron con sus iniciativas la primera década del siglo XX, pero los testimonios de sus vidas fueron aplastados por el ir y venir de las decenas de miles de vehículos que inundaron desde entonces las calles de La Habana.

Sobre el autor

Corresponsal y periodista de Prensa Latina.