El piloto español Maverick Viñales exprimió su Yamaha en el Gran Premio de Malasia para afincarse en el tercer escaño del Campeonato Mundial de MotoGP.
Maverick Viñales derrotó a su compatriota Marc Márquez (Honda) de la única forma posible: sin vacilar. De paso, su victoria en el Gran Premio de Malasia echó tierra a lo que pudo haber sido un fin de semana perfecto para la familia de Cervera, que luego de la consagración del benjamín Alex Márquez en la Moto2, esperaba otra exitosa faena del ya campeón de la categoría reina.
El fin de semana en Sepang no había comenzado bien para Marc, por los suelos en la pole dominada por un espléndido Fabio Cuartararo (Yamaha), y no fueron pocos los que pensaron que el joven y talentoso francés podía llevarse en Asia su primer triunfo en su temporada de estreno. No sucedió.
Su precaria partida contrastó con el impetuoso arranque de Márquez, puesto once en la largada, octavo en la recta, quinto en la segunda curva, y a la caza del líder antes de concluir la vuelta inicial, cuando Maverick ya había arrebatado la punta al australiano Jack Miller (Ducati).
No haber trastabillado cuando se apagaron las luces del semáforo fue el primer triunfo de Viñales, acostumbrado a perder posiciones en ese trance. Satisfecho, se dedicó en lo adelante a tirar a tope en cada vuelta para no llegar a un final como el de hace una semana en Australia, donde besó el asfalto el último pulso con el campeón.
Sin rivales por delante, el hombre de Yamaha marcó ritmo. Desde la tercera vuelta Márquez había superado a Miller y era segundo, y pocos dudaban que rodaría como sabueso en busca del líder como sucedió en Phillips Island. Viñales tampoco, más preocupado cuando el español descontaba décimas en las vueltas siete y ocho.
Por detrás también había pulso entre italianos, pues si bien Valentino Rossi (Yamaha) soñaba con hacer podio, Andrea Dovizioso buscaba a toda costa defender a capa y espada el liderazgo de Ducati en el escalafón de escuderías.
Al final, la moto de Viñales rodó sin contratiempos hacia la bandera a cuadros para celebrar un triunfo –segundo, después de Assen-, que fue también de otros, según el cristal con que se mire. Para Márquez, el segundo puesto representó su podio 17 de 18 posibles, pero además un nuevo récord en su impresionante galería, el récord de más puntos en una temporada. Dovi, con su tercer puesto y ayudado por Danilo Petrucci (Ducati), le sumaba un punto al enorme reto de la triple corona de Honda a falta de una carrera, y a Rossi le quedaba como consuelo firmar la vuelta rápida de la cerrera.
Terminó así el paseo asiático del paddock, que ahora enrumba hacia Valencia para en el circuito de Cheste (17 de noviembre) ponerle fin a un curso pródigo en emociones, al que le queda poco por definir.
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