Toda una contradicción llamar Eclipse a este modelo, con desempeño brillante y protagonismo en la saga Fast and Furious. Recuerdo la primera vez que un amigo, a quien le gusta y práctica la velocidad, me comentó sobre el Mitsubishi Eclipse, a principios de los noventa. “Esos japoneses están escapaos”, me resumió con profunda sabiduría. Teníamos veintitantos y él era ciclista de una selección cubana que había participado en la Vuelta al Táchira. Allí pudo probar el flamante modelo de Mitsubishi.
Desde entonces, el Eclipse ha pasado por cuatro distintas generaciones. Llegó al mercado sin mucho ruido, como un cupé deportivo de cuatro cilindros. Tenía cuatro niveles de equipamiento: los tres primeros poseían tracción delantera y el tope de gama, tracción a las cuatro ruedas y motor sobrealimentado por un turbocompresor.
Los motores atmosféricos eran dos, uno con doble árbol de levas, 16 válvulas y 136 o 150 CV de potencia, según el mercado. El más sencillo tenía 1.8 L de desplazamiento, 8 válvulas, un solo árbol de levas, y 92 CV de potencia.
El tope de la gama era el Eclipse GS-T, con dos versiones: una con tracción delantera y la otra, tracción a las cuatro ruedas. Ambas llevaban el brillante motor turboalimentado de 180 o 195 CV –otra vez según el mercado– y 2.0 L de desplazamiento.
La caja de cambios se ubicaba a la derecha –el motor era transversal, delantero– eran cambios manuales y a la izquierda era automática. Los modelos con tracción a las cuatro ruedas tenían, por supuesto, una configuración diferente con un diferencial autoblocante central y un eje de salida para una caja de transferencia, que impulsaba el diferencial trasero.
Como sucede a menudo, hubo cambios menores en esta generación. Los modelos entre 1992 y 1994 poseen una lámina metálica distinta y son fácilmente distinguibles de los modelos previos. Existe también una diferencia en todos los modelos con tracción a las cuatro ruedas respecto al eje posterior. Los vehículos desde 1990 hasta inicios de 1992 tienen tres tornillos sujetando el eje al buje de la llanta. Desde finales de 1992 tenían ejes de mayor diámetro y se sujetaban al buje con copas de eje de cuatro tornillos más grandes.
La versión turboalimentada, el Eclipse GS para ser exactos, se mantuvo en la lista de los Diez Mejores Automóviles de la exigente revista estadounidense Car and Driver desde su presentación, en 1989, hasta 1992.
Para 1995 Mitsubishi rediseña el Eclipse, dando inicio a la segunda generación, que ha sido la más popular –y la más bella– de todas. Sobre ella volveremos en otro momento, hasta entonces.
