
René Álvarez Cartaya tiene uno de esos carrazos americanos que los cubanos criollinizamos como “almendrones”, este magnífico DeSoto Diplomat 1958.
La pasión de René por los autos es tal, que no concibe mejor pasatiempo y dedica su tiempo de ocio al cuidado y preservación de este vehículo. Lo adquirió hace 12 años y desde entonces es parte inseparable de su familia.
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La historia
A finales de 1957, Justo Fernández —trabajador del central azucarero Amistad, del pueblo de Güines a unos 50 kms al sur de La Habana— daba un paseo dominguero con su familia por La Habana. Hacía números para comprar auto y se inclinaba por un Mercedes.
Pero ese día tendría sorpresas. Mientras caminaban por el Vedado habanero, llegaron a un área de exhibición de la Compañía Cubana de Autos y Camiones, que representaba a Chrysler en Cuba en aquel entonces, en la Calle 23. Allí, casi por pasar el tiempo, comenzaron a mirar los modelos expuestos y, de pronto, sus hijos quedaron prendados de uno de ellos: era el DeSoto Diplomat para 1958. Eso lo decidió todo.
Adquirió el Diplomat y lo mantuvo andando por décadas, hasta que uno de los nietos, en esos arrebatos de la adolescencia, le fundió el motor. Justo fue drástico: tapió con ladrillos la puerta del garaje y allí dejó el auto, al cuidado del tiempo.
El renacer
Lo sacaron 14 años después, cuando René Álvarez se enteró de su existencia y logró adquirir el auto, cubierto de telarañas, pero intacto de conservación. Jamás olvidará cómo tuvieron que demoler el muro de ladrillos para poderlo sacar. Había logrado adquirir uno de esos autos “único dueño” tan valorados por mantener, casi siempre, una elevada originalidad, una carrocería “en línea” y otros detalles similares.
El Diplomat aún tenía la pintura original, lastimada, vestidura y hasta el sistema eléctrico. No fue necesario reparar la carrocería, solo la pintura. René también renovó la vestidura, aunque mantuvo algunos elementos como el techo, que estaban en perfecto estado. Todos los instrumentos originales de la pizarra, las ventanillas, cerraduras y los vidrios son originales y funcionan correctamente.
Taxista de profesión, dedica su tiempo de ocio al cuidado y preservación del Diplomat. Para hacerlo de la mejor manera posible, está asociado al Club de Autos Clásicos y Antiguos “A lo Cubano”, que celebra cada año el tradicional Rally de Autos de La Habana. De este evento tendremos una edición muy especial, dentro de las celebraciones por los 500 años de fundación de La Habana y este junta letras lo vivirá formando la tripulación de este maravilloso DeSoto Diplomat 1958. ¡ya le contaremos!
DeSoto Diplomat 1958
Encontrar datos precisos sobre este modelo es difícil, pues Chrysler lo producía para lo que hoy llamaríamos mercados emergentes. En EE. UU. los modelos de ese año fueron el Fireflite, el Firesweep, Firedome, y el Adventure, todos equipados con motores V8 estándar. Dato curioso: se consideraba estándar la transmisión automática, que se cobraba extra, y la manual de tres cambios en la columna del timón había que ordenarla y era una rebaja al precio del vehículo. Cosas de Chrysler.
Nuestro Diplomat podía fabricarse en Canadá, Australia, Sudáfrica o Estados Unidos, pero se trataba de un refrito que consistía, básicamente, en un Plymouth “vestido para salir”. Chrysler comenzó esta práctica a finales de los treinta y los llamaba, sencillamente, DeSoto. El nombre Diplomat se comienza a utilizar en 1946, cuando se exportan a Europa, Sudamérica, Sudáfrica y Hawai.
El Diplomat 1958, como todos los producidos entre 1957 y 1959, llevaba carrocería Plymouth, con el frontal del DeSoto Firesweep. La mecánica era de Plymouth, por eso el motor estándar era un seis en línea, de 230 pulg. cub. y 132 CV, acoplado a la caja manual de tres cambios.
Fotos: Jorge Esténger Wong