En 1927, el Ford Modelo A llegó al rescate del Tin Lizzie con mejoras técnicas: nuevo motor, nueva suspensión y sobre todo con colores ¡adiós al blanco y negro!
Luego de trece años en “blanco y negro”, Ford ofrece un auto en varios colores, excepto el negro que no estaba entre los colores ofertados para el Modelo A lanzado en octubre de 1927.
Sin embargo, mantuvo la esencia de la compañía: era un auto sólido, fiable y de precio contenido. Se produjo en una amplia variedad de carrocerías y Ford creó un programa muy ambicioso con el nuevo chasis AA de camiones de 1½ tonelada, basado en la nueva carrocería de ½ tonelada. En ellos se instaló una radio por primera vez.
El motor original fue un cuatro cilindros, de 3.3 lt y 40 CV, acoplado a la nueva caja de tres cambios. Tenía amortiguadores hidráulicos, frenos mecánicos en las cuatro ruedas y sistema eléctrico a 6 volts. Desde el verano de 1928 se produjo también en Berlín, comenzando la expansión de Ford en Europa. Para el mercado europeo, la cilindrada se redujo, por motivos fiscales, a 2.0 lt y la potencia también disminuyó a 28 CV.
La gasolina llegaba al carburador por gravedad, desde el depósito ubicado entre el motor y la cabina. Luego, el encendido por platinos la hacía explotar en el cilindro. En aquellos tiempos –por el bajo poder antidetonante del combustible- existía una palanca para atrasar el encendido, en el calentamiento, y adelantarlo a medida que el motor lograba temperatura.
En el Modelo A, el termostato estaba ubicado en la parte superior del radiador, y desde el puesto del conductor se apreciaba una escala de termómetro de mercurio. A diferencia del Modelo T, ya tiene los pedales con la configuración que conocemos hoy: embrague, frenos y acelerador.
Henry Ford había producido un vehículo de nombre Modelo A, en 1903. Por ello, hay quien llama el de 1927 “segunda generación”, a lo que este juntaletras no se apunta: son desarrollos técnicos e históricos independientes.
De nuestro protagonista se fabricaron un total de 4 320 446 unidades —solo el primer año se vendieron 208 562 de ellos— en fábricas de Detroit, Berlín, Buenos Aires y Santiago de Chile. Hoy es un auto interesante, sobre todo por su antigüedad.
Sus características le han convertido en un vehículo muy utilizado para tunnig. Esta sección siguió por décadas un excelente ejemplar: el hot-rod de Hansel Mesa.
